viernes, 20 de febrero de 2009

Las opiniones de la Reina

Últimamente me cuesta mucho terminar los libros que empiezo, no sé si será porque ya no escojo las lecturas con el mismo acierto que antes o porque ya no tengo paciencia con lo que no me engancha desde un principio.
Con el de Pilar Urbano sobre la Reina, el 2º que publica sobre ella, me está pasando algo distinto. Así como el 1º que editó me gustó, con éste me siento a ratos a gusto y a ratos estomagada, y si sigo leyéndolo es por la curiosidad de saber hasta dónde puede llegar esta larga y singular entrevista que ambas mantuvieron, aunque me fatiga, tengo que dejar la lectura al poco rato de haberla empezado, voy como se suele decir a trancas y barrancas.
Cuando la Reina habla de los miembros de su familia, tiene palabras entrañables y muy conmovedoras para todos, pero cuando da sus opiniones sobre asuntos que están de rabiosa actualidad, como el divorcio y la homosexualidad, me parece estar escuchando a una persona de la época decimonónica. Y eso que el tema del divorcio le ha afectado directamente con la mayor de sus hijas: “Ella ya sabe que no se puede divorciar”, ha dicho. No sé qué opinará la interesada.
Es cierto que vivimos en una democracia y que hay libertad de expresión, pero el que una mujer culta y de mundo como la Reina tenga unas ideas tan retrógradas sobre tantas cosas me parece triste. Es cierto que la monarquía es en sí misma una institución tradicional y muy conservadora, pero se tendrá que adaptar a los tiempos que corren porque si no se extinguirá sin remedio. Estas cosas son las que aprovecha mucha gente para arremeter contra ella afirmando que es anacrónica.
Aunque la Reina ha hablado a título personal, sus opiniones son tomadas como representativas de lo que a la institución que representa se refiere. Supongo que los miembros de la Casa Real deben tener cuidado con las declaraciones públicas que hacen porque pueden causar perjuicio a otras instituciones y personas. Sus palabras estarán veladamente censuradas, a pesar de vivir en democracia, porque si no pueden pedírseles explicaciones y hasta que se retracten. Qué diría el Vaticano, por ejemplo, si la Reina estuviera a favor del divorcio y los homosexuales. Son convicciones personales de ella, no creo que esté pendiente de la opinión internacional, pero habría que verla si su hijo o alguno de sus nietos hubiera nacido homosexual. Todos hablamos muy a la ligera hasta que alguna de estas cosas nos afecta directamente. A lo mejor sería también implacable, llevaría sus creencias hasta sus últimas consecuencias.
Sus observaciones sobre algunos personajes de la escena política mundial rayan en la auténtica simpleza, aunque en su descargo puedo decir que al ser la Corona una institución más de representación y diplomacia que de decisión, la Reina habla sobre estos personajes que va conociendo en sus numerosos viajes mientras realiza su trabajo con superficialidad, no se adentra en ellos no sé si por discreción o porque el ritmo de vida que tiene que llevar le impide profundizar en ellos. O que simplemente los conoce obligadamente, no por gusto, y por eso le dan un poco igual.
Lo que más me ha sorprendido ha sido, desde luego, el hecho de que haya sacado a relucir los “trapos sucios” de su casa, las infidelidades del Rey, algo que ya era conocido extraoficialmente. Nadie debería hacer eso nunca, es algo tan personal y lamentable que tendría que quedar relegado al estricto ámbito de los más allegados. Puede que de este modo se haya desahogado, está en su derecho como todo el mundo, o puede que quisiera dar una imagen más cercana de cara a la galería, cuando la gente comprenda por fin que ser de la realeza no te libra de los mismos males que aquejan al resto de los mortales. Si nadie debería revelar detalles tan íntimos de su vida, mucho menos una Reina, creo yo, y me extraña en ella, que ha sido siempre un ejemplo de discreción y diría yo de resignación. Alguna vez se tenía que destapar la caja de los truenos, supongo.
Y Pilar Urbano ha aprovechado ese exceso de confianza para sacar a relucir lo que nadie ha conseguido, sólo que en este caso no creo que sea motivo de orgullo precisamente, aunque esta señora parece que se refocile ahora en la autocomplacencia. Menuda hazaña.
A mí antes esta periodista me gustaba bastante, la encontraba inteligente y sabia, pero ahora no sé si es que con los años se le ha ido la pinza o es que se le ha subido la fama a la cabeza, pero me resulta francamente insoportable.
En este libro hace unos comentarios particulares, como al margen, sobre la Reina y su entorno que son de auténtica verdulera, cosas como de persona cotilla y de baja estofa, muy irrespetuosos algunos. Parece la criada que sonríe servil mientras cumple su faena en la casa, para luego despacharse a gusto cuando no están sus señores.
Espero que en el siguiente libro que saque remonte un poco, porque si no no la voy a leer más en mi vida.

No hay comentarios:

 
MusicaServicios LocalesContadorsAnuncios ClasificadosViajes