Me parece increíble cuánto ha cambiado la forma, no sólo de hacer cine, sino de ver la vida que se tenía hace muchos años. Cuando vuelves a ver una película de cine clásico como “Vive como quieras”, tan antigüa (1938), con los actores de siempre a los que ya estamos acostumbrados, te das cuenta de que queda muy poco del espíritu de aquella época, y eso que es una cinta intemporal.
Estos films que parecen casi olvidados, contienen tesoros de valor incalculable. En el caso de “Vive como quieras”, detrás de un argumento cómico y aparentemente banal se esconde una de las joyas más exquisitas que se hayan rodado sobre el sentido de la vida, representado de entre todos los actores del reparto por el que interpreta al abuelo de la protagonista. Con su aspecto descuidado, despistado y un tanto lunático, cada vez que abre la boca es para soltar una perla de filosofía vital.
Hay que ver lo que cuidaban los diálogos los guionistas de entonces, cuánto ingenio, inteligencia y buen gusto se ponía al escribirlos. Este hombre tan mayor, cuando habla del amor lo hace de una forma absolutamente conmovedora. Recuerda a su esposa muerta, a la que decía que siendo novios se le doblaban las rodillas cada vez que la veía, y que el día que se le declaró, después de dos años de relaciones, tuvo que ser desde la cama con 40 de fiebre de lo malo que se puso. Y durante todo su matrimonio, que duró muchos años, aún se le aceleraba el corazón cada vez que ella entraba en la habitación donde estuviese él. Percibía todavía en su dormitorio el perfume que ella llevaba, o quizá era su olor personal, distinto a cualquier otro. Aunque ella hacía tiempo que ya no estaba, seguía enamorado.
Y cuando le quita importancia a las cosas tan serias de la vida gastando alguna broma, riendo por todo, encontrando el lado jocoso a cualquier suceso por trivial que fuera. No hablar nunca de dinero es la idea que pretende transmitirle al futuro suegro de su nieta, un rico hombre de negocios, y cuando un asunto te preocupe más de la cuenta, hacer algo que te ayude a pasar el temporal, en su caso tocar con la armónica canciones alegres hasta que se alejen los nubarrones. Divertirse, pasarlo bien siempre que se pueda.
Hay quienes se enfadan con él porque no se toma en serio nada, ni a sí mismo siquiera. Es un optimista nato, ve sólo el lado positivo del mundo y no entiende por qué el resto de la gente no hace lo mismo. Sin duda, somos los demás los que estamos equivocados, somos los demás los que no estamos cuerdos: cuántos obstáculos nos ponemos a nosotros mismos y unos a otros.
Aunque la familia de “Vive como quieras” es realmente una panda de lunáticos extravagantes, no me importaría pasar una temporada con gente así: puede que en ellos la sensatez brille por su ausencia, pero seguro me contagiarían (y no me importaría) su desinhibido y despreocupado punto de vista, sería difícil aburrirse, nunca sabrías cada día lo que podría pasar, son personas que se toman la vida como viene, y las decisiones sobre la marcha, sin pensarlas, sin segundas intenciones. Parece que se muevan por los mismos resortes que los niños: la ingenuidad, la inocencia, la ignorancia casi absoluta del mal.
A los padres del protagonista, personas tan encopetadas y acaudaladas, les hicieron una exhibición de lo mejor de su repertorio, hasta el punto de acabar todos con sus huesos en la cárcel: quién les iba a decir que explotarían por accidente todos los fuegos artificiales que se fabricaban en el piso de abajo, provocando un susto descomunal y un gran escándalo en la vecindad. Aunque las cosas suceden con ellos de forma fortuita, es difícil salir indemne: o te vuelves como ellos y te adaptas a la situación, o sucumbes. Y luego no se les puede achacar nada porque se ve que todo lo hacen sin mala intención, y de todos los aprietos salen airosos porque saben meterse al personal en el bolsillo y todos los conocen y los quieren.
Estos films que parecen casi olvidados, contienen tesoros de valor incalculable. En el caso de “Vive como quieras”, detrás de un argumento cómico y aparentemente banal se esconde una de las joyas más exquisitas que se hayan rodado sobre el sentido de la vida, representado de entre todos los actores del reparto por el que interpreta al abuelo de la protagonista. Con su aspecto descuidado, despistado y un tanto lunático, cada vez que abre la boca es para soltar una perla de filosofía vital.
Hay que ver lo que cuidaban los diálogos los guionistas de entonces, cuánto ingenio, inteligencia y buen gusto se ponía al escribirlos. Este hombre tan mayor, cuando habla del amor lo hace de una forma absolutamente conmovedora. Recuerda a su esposa muerta, a la que decía que siendo novios se le doblaban las rodillas cada vez que la veía, y que el día que se le declaró, después de dos años de relaciones, tuvo que ser desde la cama con 40 de fiebre de lo malo que se puso. Y durante todo su matrimonio, que duró muchos años, aún se le aceleraba el corazón cada vez que ella entraba en la habitación donde estuviese él. Percibía todavía en su dormitorio el perfume que ella llevaba, o quizá era su olor personal, distinto a cualquier otro. Aunque ella hacía tiempo que ya no estaba, seguía enamorado.
Y cuando le quita importancia a las cosas tan serias de la vida gastando alguna broma, riendo por todo, encontrando el lado jocoso a cualquier suceso por trivial que fuera. No hablar nunca de dinero es la idea que pretende transmitirle al futuro suegro de su nieta, un rico hombre de negocios, y cuando un asunto te preocupe más de la cuenta, hacer algo que te ayude a pasar el temporal, en su caso tocar con la armónica canciones alegres hasta que se alejen los nubarrones. Divertirse, pasarlo bien siempre que se pueda.
Hay quienes se enfadan con él porque no se toma en serio nada, ni a sí mismo siquiera. Es un optimista nato, ve sólo el lado positivo del mundo y no entiende por qué el resto de la gente no hace lo mismo. Sin duda, somos los demás los que estamos equivocados, somos los demás los que no estamos cuerdos: cuántos obstáculos nos ponemos a nosotros mismos y unos a otros.
Aunque la familia de “Vive como quieras” es realmente una panda de lunáticos extravagantes, no me importaría pasar una temporada con gente así: puede que en ellos la sensatez brille por su ausencia, pero seguro me contagiarían (y no me importaría) su desinhibido y despreocupado punto de vista, sería difícil aburrirse, nunca sabrías cada día lo que podría pasar, son personas que se toman la vida como viene, y las decisiones sobre la marcha, sin pensarlas, sin segundas intenciones. Parece que se muevan por los mismos resortes que los niños: la ingenuidad, la inocencia, la ignorancia casi absoluta del mal.
A los padres del protagonista, personas tan encopetadas y acaudaladas, les hicieron una exhibición de lo mejor de su repertorio, hasta el punto de acabar todos con sus huesos en la cárcel: quién les iba a decir que explotarían por accidente todos los fuegos artificiales que se fabricaban en el piso de abajo, provocando un susto descomunal y un gran escándalo en la vecindad. Aunque las cosas suceden con ellos de forma fortuita, es difícil salir indemne: o te vuelves como ellos y te adaptas a la situación, o sucumbes. Y luego no se les puede achacar nada porque se ve que todo lo hacen sin mala intención, y de todos los aprietos salen airosos porque saben meterse al personal en el bolsillo y todos los conocen y los quieren.
A veces pueden parecer incluso tontos, insustanciales, como si vivieran en otra dimensión, sería fácil reirse de ellos. Pero en realidad no es así: cada uno hace lo que le viene en gana y procurando no hacer mal a los demás, aquella es una casa en la que reina la anarquía y cada cual va a lo suyo, pero tienen algo en común que los une además de los lazos de sangre, que es el amor que se profesan entre ellos y a los demás.
Esa es la clave de “Vive como quieras”, que todos somos libres de actuar y pensar como queramos, y que todo es relativo, que nada ni nadie es ni tan bueno ni tan malo como pueda parecer, que las cosas son según el color del cristal con que se miren, y que tendemos a darle a todo más importancia de la que realmente tiene, y lo que no tiene solución no hay por qué darle más vueltas.
Vive como quieras, tú eres tu propio hacedor de tu destino.
Esa es la clave de “Vive como quieras”, que todos somos libres de actuar y pensar como queramos, y que todo es relativo, que nada ni nadie es ni tan bueno ni tan malo como pueda parecer, que las cosas son según el color del cristal con que se miren, y que tendemos a darle a todo más importancia de la que realmente tiene, y lo que no tiene solución no hay por qué darle más vueltas.
Vive como quieras, tú eres tu propio hacedor de tu destino.
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