miércoles, 23 de noviembre de 2011

Brooke Shields


Hay veces en que la Madre Naturaleza derrocha delicadeza y perfección en determinadas criaturas. Es el caso de Brooke Shields. Su exultante y salvaje belleza, que el tiempo no ha conseguido disminuir, sigue acaparando los objetivos de los fotógrafos y las portadas de innumerables revistas.

Ya siendo una niña resultaba muy impactante la dulce perfección de su rostro, sus ojos, su boca, el mohín de su nariz, el brillo de su larga melena, la perturbadora y temprana exuberancia de su silueta. Esa imagen hizo que fuera contratada en el cine para interpretar papeles controvertidos, morbosos, en los que se jugaba con  su incipiente sexualidad. Así ocurrió cuando encarnó a una niña prostituta, algo que levantó encendidas polémicas en la opinión pública estadounidense en su momento.

En su adolescencia se siguió explotando su imagen sensual al llevar a la pantalla la historia de una joven pareja que vive un apasionado romance en El lago azul. Los planos de sexo casi explícito, rodados con sumo buen gusto, y el marco tan incomparablemente paradisíaco que se eligió, incluidas escenas submarinas en un mar maravillosamente turquesa, contribuyeron sin duda al taquillazo que fue en su momento.

Sus anuncios para Levis tuvieron un éxito sin precedentes, pues a nadie podían sentarle mejor los vaqueros que a ella. Brooke daba la imagen perfecta de la típica americana fuerte, sana y hermosa, en la plena lozanía de su juventud.

Ella siempre fue polifacética, y no se conformó con experimentar sólo el mundo de la interpretación. Durante un tiempo llegó a ser una acróbata aceptable trabajando en el circo.

Con los años, y después de protagonizar series de televisión sin demasiado éxito (la crítica se cebó con ella), saltó de nuevo a la palestra pública a raíz de su romance y posterior matrimonio con un conocido tenista, y que sólo duró dos años. Se volvió a casar y tuvo dos hijos, pero también sus padecimientos durante el primer embarazo fueron carnaza para la prensa sensacionalista, cuando se habló de su profunda depresión postparto y de ideas suicidas.

Yo, que también la sufrí con mi primer hijo, aunque no con la gravedad de Brooke, sé que es algo que puede llegar a ser muy desagradable. Ella necesitó terapias y medicación durante mucho tiempo, pero cuando aquella etapa pasó retomó su carrera de actriz y protagonizó una obra teatral que tuvo un éxito rotundo.

Desde entonces da conferencias sobre el tipo de depresión que padeció, y sigue actuando en los escenarios teatrales con muy buena acogida por parte del público.

Su rostro ha evolucionado con los años, tiene ojeras oscuras y sus pómulos están más marcados. Sus facciones se han endurecido, pero su encanto y su belleza, su mirada dulce y penetrante se han acentuado aún más si cabe.

Pero ¿qué es lo que hace a Brooke Shields tan especial?. Sin duda no es sólo su extraordinaria belleza sino también su forma de ser. Me ha parecido siempre una persona muy auténtica, en absoluto pagada de sí misma, como podría haberle sucedido fácilmente al poseer una perfección física como la suya, haber tenido tanto éxito y ser objeto desde la infancia de tanta atención mediática. Brooke, antes al contrario, no ha tenido una niñez y una juventud normales, ha sufrido la separación de sus padres, el férreo control de su madre y la posterior adicción de ésta al alcohol, y ha pasado por varios desengaños sentimentales, pues muchos se han acercado a ella atraídos por su fama. Poderse defender de todo esto ha sido su hándicap, pues  los hombres se sienten inevitablemente atraídos por su aspecto y pasan por alto su mundo interior, que es rico y profundo.

Hipersensible a todo cuanto le rodea, hay en ella una cierta tristeza mezclada con hastío, cansada de luchar contra esos lastres que forman parte del mundo del espectáculo desde hace tantos años, batalla que parece perdida de antemano, pero siempre saca fuerzas de flaqueza para seguir adelante cuando todo parece ponerse oscuro. Su belleza interior sale a relucir y es tan evidente como su belleza exterior. Es como si su inocencia, su ingenuidad de niña que no ha podido vivir su infancia con plenitud, siguiera intacta. 

Y es que Brooke nunca dejará de ser en el fondo esa niña de belleza singular que un día irrumpió en la gran pantalla para dejarnos atónitos, hipnotizados con su naturalidad y su estética virginal, deslumbrante, casi inquietante de puro perfecta .

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