lunes, 7 de noviembre de 2011

Un poco de todo (XXVIII)


- Querría dar la bienvenida a una joven universitaria, Cala, que se agrega al pequeño grupo de seguidores que me congratulo de llevar conmigo a cuestas en este blog.
- Me sorpendió mucho la muerte de Steve Jobs, el fundador de Apple. No sabía que estaba enfermo. Ver desaparecer a alguien así, en la plenitud de su madurez, es muy triste.

Ahora circula sin cesar el discurso tan significativo que pronunció en la Universidad de Stanford para inaugurar el año académico. En él habla de su desaparición, tan cercana, pero no parecía que ello le arredrase.

Cuán distintamente trata la diosa Fortuna a las personas, como reparte hiel y miel a partes iguales. Este hombre que lo tenía todo, dinero, éxito profesional, una familia que lo quería, una mente privilegiada, ve acabar sus días prematuramente cuando aún tenía mucho que decir y hacer.

Todo lo que tomaba bajo su cargo se transformaba en algo rentable y maravilloso. Así ocurrió cuando cogió Pixar, que se convirtió en una empresa creadora de animaciones únicas. Jobs parecía tener una varita con la que repartía magia a su alrededor.

Dicen que era muy trabajador e imaginativo, pero también egocéntrico y gritón. Son las características propias de casi todos los genios, y él era uno de sus miembros más destacados.

- A raíz de escribir sobre el periodista Gay Talese, quise saber cómo escribía y me leí uno de sus libros, Retratos y encuentros, pues se decía que en él estaban algunos de sus mejores reportajes. Curiosamente, los que trataban de personajes muy conocidos, como Frank Sinatra, que son los que le han dado fama, no han sido los que más me han gustado.

Es cierto que Talese es un gran observador, que cuando retrata a alguien exhibe una gran penetración psicológica, lo describe minuciosamente con unos cuantos detalles, y usando frases que haya pronunciado o conversaciones que haya tenido. A todos les da una de cal y otra de arena, expone lo bueno y lo malo que tienen, sin tapujos, pero para mi gusto se alarga en exceso, se recrea en detalles nimios y salta de un acontecimiento a otro un poco caóticamente.

Además me choca bastante, no tanto el lenguaje tan directo que emplea, que es propio del mundo de la prensa, como la impersonalidad de su discurso narrativo. Me recuerda un poco al estilo de los gángsters de las películas negras americanas de los años 50, que cuando hablaban parecía que disparaban ráfagas de metralleta por la boca, usaban una dialéctica seca, dura, con frases breves y cortantes. Quizá Talese estaba influído por ese estilo, pues fueron aquellos los años en que empezó a trabajar.

Los artículos en los que habla de sí mismo, de sus padres en su taller de costura, las anécdotas que recuerda, detalles curiosos de la época, o cuando estudió en la universidad y el día que le publicaron su primera noticia, son infinitamente mucho más interesantes y están mejor escritos. Para referirse a su propia vida utiliza un tono amable, agridulce, lleno de humor, que me encanta.

Muy recomendable para el que quiera conocer a personajes famosos que hace tiempo que no están entre nosotros, y para sumergirse en una época llena de luces y de sombras que ya forma parte del pasado.  

Talese ha dicho que él hace literatura de la realidad, que es un escritor de no ficción. Algo con lo que me identifico plenamente.

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