Se suele ver con malos ojos a los cantantes que alcanzan el reconocimiento público ganando concursos. Aquí en España, tras una breve etapa de popularidad, terminan cayendo en el olvido o marchándose a algún país de Sudamérica donde lo nuestro, por lo general, suele gustar mucho. No cuidamos nuestros talentos, no respetamos a los artistas que una vez encumbramos. Parece como si todo formara parte de un gran montaje, vacío de contenido, que aprovecha únicamente el tirón mediático para luego terminar abandonando al ídolo en poco tiempo, como si fuera un objeto de usar y tirar, sólo para explotarlo y sacarle beneficio, sin respeto por sus cualidades y sus valores.
Por eso me maravillo cuando veo en Inglaterra la acogida multitudinaria de James Arthur con Impossible. Un chico que tampoco es inexperto, pues lleva años dedicado al mundo de la música, tocando en bandas y cantando en solitario, componiendo desde los 15 años, pero al que, a poco que nos fijemos, nos damos cuenta de que posiblemente si no fuera por esta oportunidad que se le ha dado seguramente no habría logrado sobresalir. Ya sólo por el aspecto que tiene echaba un poco para atrás.
En uno de los videos que circulan con su canción aparecen diversos momentos de su participación en el concurso que le ha hecho famoso, Factor X. Se ve cómo va superando las distintas fases, cómo a la incertidumbre y la tristeza al pensar que no lo iba a lograr le sigue la alegría por cada triunfo conseguido.
En este tipo de programas lo que se busca ante todo es conmover al personal. Y si hay algo que James Arthur sabe hacer bien además de cantar es conmover, sobre todo a las mujeres. Viéndole al principio nadie hubiera dado un duro por él. Entrado en carnes, con los típicos ojos de mirada dulce de los miopes, grandes gafas de culo de vaso y la boca abierta casi todo el tiempo, como si le hubiera dado un aire de forma permanente, su transformación fue paulatina y sorprendente. De tener pinta de carnero, de frikie alelado y tatuado con pinta de consumidor compulsivo de comida basura, pasó poco a poco a mejorar su imagen: la forma de vestir, el uso de lentillas, un peinado más estiloso. Su apariencia tierna y melancólica y el enorme potencial de su voz hicieron el resto. Aunque el aire tristón no se le ha quitado pese a los triunfos.
A Rosa, la 1ª ganadora de Operación Triunfo, le pasó lo mismo, aunque aún más espectacularmente. De cómo era ella a como es ahora hay un abismo, por lo menos en lo que al aspecto físico se refiere. Luego hay casos, como el de Susan Boyle, que tienen poco remedio, siempre expuestos a las burlas de los demás. Sólo su voz prodigiosa la salva de morir quemada en la hoguera del rechazo social.
Hay otro grupo que me encanta, One Direction, que por lo visto también salió de Factor X. Estos programas parecen una mina inagotable de talentos, y a veces triunfan quienes menos te esperas.
De momento ahí están James Arthur y esa canción, Impossible, que me pone la carne de gallina cada vez que la escucho, una sensación muy parecida a la que tengo cuando oigo a Adele. Qué tendrán estos frikies virtuosos que nos producen emociones tan intensas.
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