lunes, 14 de abril de 2014

Meditación


Leía hace poco sobre los beneficios de la meditación y lo sencillo que es ponerla en práctica. Tan sólo hay que dejar que los pensamientos y recuerdos te invadan, sin rechazarlos aunque sean negativos, dejarlos fluir sin detenerse en ellos e ir poco a poco profundizando en tu ser, ese lugar en el que estamos a solas con nosotros mismos, hasta encontrar la paz.

Realmente son los elementos externos los que perturban nuestro equilibrio emocional. Constantemente nos vemos bombardeados por las interpelaciones de los demás, los mensajes de los medios de comunicación y todo lo que sucede a nuestro alrededor. Por eso el afán de todas las confesiones religiosas es retirarse lejos del mundanal ruido, rodearse de calma, desconectarse del mundo, y hacer voto de silencio llegado el caso.

Me dieron por la calle hace poco un folleto en el que se anunciaba una conferencia sobre meditación y salud. Rezaba así, entre otras cosas: “La práctica de la meditación (mindfulness o atención plena) cuenta con una tradición milenaria y ha sido cultivada en las diversas escuelas budistas. En nuestra sociedad se está extendiendo como una forma muy valiosa de contrarrestar el stress y fomentar el bienestar. Sus aplicaciones en el ámbito sanitario están teniendo muy buenos resultados, porque permite que la persona descubra y desactive sus propios patrones de pensar, sentir y actuar, que se repiten de forma automática e inconsciente ante situaciones estresantes y que le hacen más vulnerable a alguna forma de sufrimiento y de enfermedad”.

La charla iba encaminada sobre todo a conseguir una mejor manera de enfrentarse al dolor crónico y otras enfermedades, como el cáncer y los trastornos cardiovasculares. La impartía un psicólogo clínico e instructor de Mindfulness, que basa sus teorías en que “las diversas formas de stress juegan un papel importante en el origen y desarrollo de muchas enfermedades. El stress es sufrimiento mental que puede convertirse en sufrimiento físico. Se puede sufrir por muchas circunstancias, pero también por el modo de reaccionar ante ellas”.

Este especialista pretende enseñar a enfocar esos acontecimientos vitales que nos perturban, y a valorarlos en su justa medida, pues una mente estresada le da una dimensión desproporcionada a cosas que posiblemente no son tan importantes.

Todos hemos conocido la meditación desde hace muchos años con la típica imagen de los budistas sentados en posición de loto (postura que mejora la respiración y la estabilidad física), los dedos índice y pulgar de las manos haciendo un círculo y repitiendo mantras, pero hoy en día es una práctica muy extendida por todo el mundo que no necesariamente está relacionada con el budismo.

La filosofía zen, tan en boga, surgió en Japón como una mezcla de la espiritualidad nipona, china e hindú. No busca abstracción mental, conceptualización ni doctrina, y pretende reconducir el proceso mental del pensamiento para llegar a la experiencia mística. Según he leído “los maestros zen desarrollaron métodos que apuntan directamente a la verdad, con acciones y palabras repentinas y espontáneas que exponen diversas paradojas del pensamiento conceptual”. He leído un diálogo entre un discípulo zen y su maestro y reproduce lo que podíamos escuchar en aquella serie mítica a la que ya he dedicado algunos posts, Kung-fu.

La iluminación del zen no significa retirarse del mundo sino, al contrario, una activa participación en él, pero aunque enfatiza el lado práctico de la vida es una filosofía profundamente mística. “La perfección de Zen es vivir la vida diaria en forma natural y espontánea. Cuando a Po-Chang (gran maestro zen que vivió entre los siglos XVIII y XIX) se le pidió definiera Zen, dijo: "Cuando tengo hambre, como, cuando estoy cansado, duermo." Aunque esto suene simple y obvio, como tantas otras cosas en Zen, es de hecho una tarea bastante difícil. Recobrar la naturalidad de nuestra naturaleza original requiere largo entrenamiento y constituye un gran logro espiritual (…) Es la creencia en la perfección de nuestra naturaleza original, la realización de que el proceso de iluminación consiste meramente en transformarnos en lo que ya somos desde un principio”.

Vemos que la espiritualidad tiene muchos nexos en común en todas las religiones, e incluso en aquellos que no tienen creencias religiosas. Se trata de ahondar en nuestro interior y hallar aquello que nos define, nuestra esencia primigenia, aquella que ya teníamos en nuestra infancia y que años y años de experiencias han cubierto con capas que la han ido ocultando y de las que debemos desprendernos. Volver al yo inicial, desembarazarse de pensamientos y emociones negativos y ser felices, en eso se basa la meditación.

4 comentarios:

Vigo dijo...

Ay que ver como se enrrolla usted... pero bueh he entrado por un post sobre Picasso y me he quedado curioseando un rato.

Y cuando llego a un blog que está bastante currado, me gusta saludar a quien lo lleva (como si yo fuese una especie de colonizador de la red y plantase mi bandera, diciendo "Estuve aquí). Así que un saludo.

PD. Sobre meditación... Sí, Ehm, yo practico un filosofía mitad Zen, mitad Tao (bueno, me explico: Yo cuando miro la tele, la miro zentao). Buff que chiste más malo.

Ale. Chau. Con dios.
V.

pilarrubio dijo...

Me alegro que te haya gustado Vigo, por lo menos es distraído ¿verdad? Me he metido en tu blog y también he curioseado un rato. Me ha gustado mucho. Muy de meditación no te veo. Yo es que nací meditabunda, pero de las que se quedan puestas con el vuelo de un moscardón, qué le voy a hacer. Un saludo Vigo de Barcelona.

Vigo dijo...

Ay! Hay! Mis ojos!!! ;)

pilarrubio dijo...

Jajajajaja...!!

 
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