miércoles, 2 de septiembre de 2015

Curiosidades de rodaje: Cleopatra



Hay veces que obras magistrales de la cinematografía han sido fruto de grandes esfuerzos y dificultades sin fin. Ese fue el caso de Cleopatra, superproducción cuyo rodaje estuvo cuajado de toda clase de imprevistos y problemas.

Ya la misma elección del director fue compleja. En un principio se designó a Rouben Mamoulian, pero incapaz de afrontar la presión a la que se vio sometido y  las exigencias de los productores, abandonó el proyecto y fue sustituído entonces por Joseph L. Mankiewicz, un gran profesional que logró capear el temporal y extraer de sus protagonistas lo mejor de sí mismos, con unas interpretaciones apasionadas y momentos de gran intimidad. Eso sí, para poder sobrellevar la carga depositada sobre sus hombros tuvo que ponerse inyecciones y tomar pastillas varias veces al día. Además se convirtió en productor ejecutivo durante la filmación, siendo ya el director y guionista, al morir de un ataque al corazón el que venía desempeñando ese cometido, dicen que a consecuencia del stress producido por la obra. Era terriblemente meticuloso, llegando a repetir algunas escenas hasta 50 veces. El propio Rex Harrison se negó a hacerlo en algunas de ellas, harto de su forma de trabajar. Al final Mankiewicz terminaría siendo despedido durante la fase de producción y sustituido por Darryl F. Zanuck.

El presupuesto, que inicialmente fue de 2 millones, ascendió al final a casi 45, y lo que se pensaba que iba a durar un año como mucho se alargó a 4. Era una película pensada en un principio para relanzar la maltrecha economía de la Fox, con un presupuesto muy ajustado y actores con el gancho suficiente como para atraer al público a las salas. Pero al final no se reparó en gastos, pues para hacer más fastuosos estatuas y mobiliario se les dio un baño de oro molido.

El rodaje empezó en Londres, pero como las condiciones meteorológicas para recrear el ambiente de Egipto no eran las adecuadas allí, terminó trasladándose a Cinecittá, en Roma, por lo que hubo que construir dos veces los decorados. Allí hubo que luchar con eventualidades tan peregrinas como que la gente que iba a visitar los estudios se llevaban trozos del decorado.

Elizabeth Taylor, fiel a sí misma, contribuyó a complicar las cosas. A poco de empezar el rodaje ya pedía aumento de sueldo. Diariamente recibía su comida desde EE.UU. por avión. El coste de los 65 fastuosos vestidos que lució ya se llevó una parte importante del presupuesto. A esto hubo que sumar los prolongados periodos de baja por enfermedad que tuvo, pues 1º contrajo meningitis y después una fuerte gripe que degeneró en una neumonía que la dejó en coma, por lo que tuvieron que hacerle una traqueotomía, estando al borde de la muerte. Lo cual no le impidió que a su regreso iniciara una tórrida relación amorosa con su partenaire, Richard Burton, que se acababa de incorporar al rodaje. Al principio este tenía reticencias a trabajar con ella. Sumido en sus problemas con el alcohol, la actriz entabló conversación con él estando en el bar de los estudios, y se dio cuenta del alcance del problema de éste. La intimidad y la confianza entre ambos fue en aumento, hasta el punto de que se cuenta que en una de las escenas de amor, cuando sus rostros estaban muy cerca, ella regurgitó en la nariz de él un eructo con olor a pepinillos, y  él, lejos de sentir asco, le hizo gracia. En las escenas más ardientes olvidaban los diálogos, ensimismados el uno en el otro, y las prolongaban aunque ya hubieran cortado la acción. La pasión de ambos, que estaban casados, acabó con sus matrimonios e inició una tempestuosa historia de amor por todos conocida. Entre otras particularidades de la actriz también se dice que se negaba a rodar durante los 3 primeros días de su menstruación, o que había que retocar constantemente sus vestidos por sus problemas de sobrepeso, pues engordaba y adelgazaba con gran facilidad.


A todo esto hay que añadir una huelga de peluqueros asignados a producción, y otra de las extras (se la llamó "la huelga de las esclavas"), que pedían protección frente al acoso de los extras italianos, que además robaban provisiones y cuanto se le pusiera a tiro. Al final hubo que protegerlas con guardias. Además un león se escapó y tardó varias horas en ser capturado. El descontrol era tan grande que algunos equipos de rodaje italianos aprovecharon decorados de la película que estaban desatendidos para filmar sus propias producciones.

El proceso de producción se vio retrasado porque un juzgado romano se incautó los rollos por una disputa legal entre la Fox y un grupo de técnicos italianos que habían sido despedidos. Darryl F. Zanuck se había hecho cargo ya de la dirección, y decidió rodar de nuevo algunas escenas y reducir las 6 horas de metraje de la película a 3 horas y cuarto. Mankievicz quería que el estudio la proyectara en dos partes, algo que era muy del gusto de la época, pero se negaron. Por si fuera poco Rex Harrison demandó a la Fox por no incluir su imagen en los carteles publicitarios, tal y como especificaba su contrato, lo que finalmente tuvieron que hacer a toda prisa poco antes de su estreno.

Para rematar la Liga de la Decencia arremetió iracunda contra la película, más por la volcánica expectación que provocaron las vicisitudes de su rodaje que por su contenido en sí.

Las malas críticas, incluidas las de Taylor y Burton, que renegaron de ella, y la recaudación, que no cubrió los gastos, convirtieron a Cleopatra en una de las películas menos exitosas y más caras de la historia del cine, pero el tiempo le ha otorgado un puesto merecido entre las más espectaculares y memorables de cuantas se han rodado.


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