Conocía la obra pictórica de Turner desde hacía tiempo pues atesoro, entre la colección pictórica guardada en mi pen drive de multitud de pintores, las marinas de este artista que, desde el primer momento que conocí su trabajo, me llamó poderosamente la atención.
Lo que no sabía era sobre su figura tan controvertida, y de esta ignorancia ha venido a sacarme la película que sobre él se ha hecho y que lleva por título su nombre. Mr. Turner es un film lleno de curiosidades sobre este autor, peculiar hasta el exceso, en el que se reflejan las luces y las sombras de un hombre de su tiempo que anheló muchas cosas en su vida que no siempre pudo ver llevadas a cabo.
Ya en un principio su figura nos resulta chocante, con ese cuerpo rechoncho y algo contrahecho, paseándose por las calles de Londres a finales del siglo XVIII. Ingresó a la temprana edad de 14 años en la Real Academia de Arte, por lo que siempre tuvo sostén económico y no pasó las penurias de otros artistas de la época. En el film vemos cómo se pasea por los grandes salones de exposiciones de la Academia, saludando a todo el mundo, muy amigo de todos menos de uno, al que no duda en ridiculizar delante del resto, para rechifla general.
Turner no tuvo muchos amigos, y mantuvo con la gente una distancia buscada. Le gustaba estar en soledad, recorrer lugares en los que hallar la inspiración necesaria para crear, con una libreta en la mano en la que realizaba bocetos. En la película Turner se queda absorto contemplando en la lejanía las volutas de humo que ascienden en el aire, despedidas por la locomotora de un tren que pasa por en medio de verdes praderas al atardecer, con una luz dorada maravillosa. O cuando llega a una pequeña balsa de agua rodeada de lomas y verde hierba, en una zona solitaria de campo. Pero lo que a él más le atrae son las tempestades en el mar, que fue lo que más fama le dieron. Incluso llegó a hacerse atar al mástil de un barco en plena tormenta para experimentar la furia de los elementos en sus propias carnes, lo que le acarreó una bronquitis severa.
Al principio de la película recibe la visita de su ex mujer, sus dos hijas y su nieto. Es una situación incómoda y forzada, pues ella viene a quejarse de todo, especialmente de la penosa situación económica por la que pasan debido a la poca asignación que les pasa. Sólo hace caso a la hija más agraciada, que es la que tiene a su nieto, a la otra, bastante menos bella, casi ni la mira. Llega un momento en que Turner abandona abruptamente la habitación porque no puede soportar por más tiempo los reproches de la airada señora, lo que hace que ésta se encolerice aún más. Sin embargo, pese a estar llena de resentimiento, le llama por el apelativo cariñoso de su nombre, Billy, como si aún lo siguiera queriendo en el fondo. Turner nunca le dice a nadie que ha estado casado y tiene hijas, es como si quisiera borrar esa etapa de su vida.
Turner es un hombre lleno de contrastes, que igual podía ser burdo, animalesco, egoísta y maleducado, frecuentador de burdeles y que se comunicaba muchas veces con gruñidos en lugar de con palabras, que perdonaba la deuda que con él tenía un pintor que siempre se lamentaba por todo y que nunca fue admitido en la Academia, cuando le dijo que sus hijos morían y que en su casa pasaban muchas penurias. O cuando ya mayor un multimillonario americano quiso comprarle toda su obra por una fortuna y el la rechazó alegando que la había legado a su país y que quería que estuviera toda junta, expuesta para que el público pudiera verla gratis.
No siempre fue querido ni valorado. En una ocasión la reina Victoria fue a la Academia y cuando pasó por delante de sus cuadros hizo comentarios despectivos, que él oyó desde donde estaba, situado en un sitio en el que podía ver sin ser visto. O cuando fue al teatro y se representaba una obra bufonesca en la que todo el tiempo se burlaban de él, una pantomima grotesca donde se criticaba su glotonería y sus rarezas a la hora de pintar, pues utilizaba materias primas poco convencionales: jugos de frutas, polvos químicos, o incluso escupitajos. Cuando pintaba en la Academia gustaba de hacer ese tipo de exhibiciones, escupir sobre el lienzo y difuminar con la mano, en medio de las risas jocosas y los comentarios maliciosos de los compañeros, o coger el pincel y apretarlo con fuerza casi como si fuera a hacer un agujero en el cuadro, en sus arrebatos de pasión creativa.
En la película hay dos ocasiones en las que se le ve llorar: la 1ª vez cuando muere su padre, con el que vivió 30 años, y que le ayudaba en el taller de pintura. Se aprecia la relación de profundo afecto que les unía (se besaban profusamente en las mejillas cada vez que Turner llegaba de algún viaje, y el padre le afeitaba diariamente mientras conversaban). La 2ª vez cuando pintaba a una prostituta tendida en la cama en un burdel, no sabemos si por alguna oscura emoción o deseo insatisfecho o porque hacía poco que había fallecido su padre. Mantenía relaciones sexuales con su criada, una pobre mujer algo retrasada, enferma y poco agraciada, a la que pillaba de improviso siempre que la necesidad le acuciaba. Ella se dejaba hacer y nunca recibió ninguna muestra de afecto a cambio. Sabía que en el fondo la apreciaba, y ella tenía una gran dependencia de él, lo cuidaba como si fuera un ser superior, casi un dios.
Pero Turner, que siempre buscó el amor, como algo que faltaba en su vida por encima del deseo carnal satisfecho de cualquier manera, apresuradamente, halló algo parecido en una posadera de un pueblo costero que solía frecuentar en su búsqueda de paisajes para sus cuadros, en cuya posada se alojaba, y que conoció también al marido de ésta, pues los 3 solían tomar una copita de licor sentados a una mesa, contemplando el mar por la ventana, y charlaban. Al quedar viuda se va a vivir con ella a la posada. Antes de irse se despide sin palabras de su criada, con gesto entre desabrido y contrito, sin mirarla, y con la cara de desconcierto y lástima de ella comprendemos que intuye que no volverá más. La criada va a buscarle tiempo después, pero no se atreve a entrar en la posada, y regresa a casa para enterarse poco después de que Turner ha muerto. La desdichada mujer, que a cualquiera movería a compasión, llorará su muerte con desconsuelo, recorriendo el taller donde él trabajaba, tocando con ternura y tristeza sin consuelo los objetos que él tocó.
Turner, repulsivo, excesivo, malhumorado, imprevisible. Turner sensible, con un profundo sentido estético, con raptos de generosidad, tierno en ocasiones. Un hombre que fue buscando lo sublime y no siempre lo halló, que vivió su vida a su peculiar manera, intentando disfrutar de cada momento y de pasar a la posteridad, siendo uno de los más reconocidos artistas de su época.
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