miércoles, 29 de febrero de 2012

Cuando me amé


Una vez más, recibí un correo electrónico que me gustó mucho por su contenido y porque me parecieron muy auténticas las cosas que en él se decían. Trata del tema de nuestra propia valoración, nuestra autoestima, y de lo necesaria que es para poder llevar una buena vida.

Cuando me amé de verdad comprendí que en cualquier circunstancia yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta y en el momento exacto… Y entonces pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre, se llama confianza.

Cuando me amé de verdad pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional no es sino una señal de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es autenticidad.

Cuando me amé de verdad dejé de desear que mi vida fuera diferente y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama madurez.

Cuando me amé de verdad me di cuenta lo ofensivo que puede llegar a ser tratar de forzar a una situación o persona sólo para realizar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o la persona no está preparada… inclusive yo mismo. Hoy sé que el nombre de eso es respeto.

Cuando me amé de verdad comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable… personas, situaciones, todo lo que me empujara hacia abajo. De entrada mi razón llamó a esa actitud egoísmo. Hoy sé que se llama dignidad.

Cuando me amé de verdad dejé de temer tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los megaproyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé que eso es simplicidad.

Cuando me amé de verdad desistí de querer tener siempre razón, y de esta manera erré muchas menos veces. Así descubrí la humildad.

Cuando me amé de verdad desistí de querer reavivar siempre el pasado y de preocuparme tanto por el futuro. Ahora me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez, y eso se llama plenitud.

Cuando me amé de verdad percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme, pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón sé que cuento con una gran y valiosa aliada. Todo eso es saber vivir.

No debemos tener miedo de enfrentar nuestros pensamientos con nosotros mismos o con los demás. Hasta los planetas chocan, y del caos nacen las estrellas.


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