Hay un programa en Digital Plus que es sumamente curioso e interesante. En cada capítulo se cuentan las diez cosas más peculiares y desconocidas de personajes famosos. Me llamó especialmente la atención el dedicado a Adolf Hitler.
La curiosidad hizo que buscara más información sobre el tema, y la verdad es que encontré más de diez particularidades relativas a este señor. Adolf nació en una modesta familia en la que su padre lo trataba con rudeza, amargado por su pasado bastardo, engendrado por el patrón de su progenitora, un judío acaudalado que nunca lo reconoció.
La madre de Adolf, a la que adoraba (se parecían mucho físicamente, sobre todo en el azul claro y gélido de sus miradas) le animaba en todo momento con sus aspiraciones artísticas. Tuvo 6 hijos, además de Adolf, pero 4 de ellos murieron prematuramente, y los otros 2 eran retrasados mentales, teniendo oculto a uno de éstos por vergüenza.
Adolf quiso ingresar en la Academia de Bellas Artes para ser pintor, pero debido a la dificultad que tenía para dibujar el cuerpo humano terminó no siendo admitido en las pruebas de acceso. Frustrado, continuó dedicándose a su pasión como entretenimiento. Nos han quedado algunos de sus bocetos, delicadas flores, algún paisaje oriental con lejana figura humana. Tenía mucho oído para la música, y sabía tocar la flauta y la armónica.
También se dice que era medio vegetariano, y muy goloso, podía llegar a tomar un kilo de chocolate al día, y se ponía 7 cucharadas de azúcar en el té. También era muy hipocondríaco.
Su madre falleció cuando él tenía 17 años, y a partir de entonces pasó muchas necesidades, afectivas y materiales. A esa edad decidió independizarse. El último de los hermanos que aún le quedaba vivo había muerto a edad temprana, lo que le causó un gran trauma. En Viena recibió la ayuda de judíos, que le dieron comida y hasta le prestaron ropa de abrigo con la que afrontar los duros inviernos. A pesar de todo llegó a dormir durante un tiempo a la intemperie, como un vagabundo.
Decidió emigrar a Alemania en busca de un futuro mejor, y allí se dejó influir por el clima antisemita. Su inteción era eludir el servicio militar, pero fue reclamado por su país de origen, donde no pasó el examen médico, declarándosele no apto para el combate. Exaltado por las proclamas callejeras que presenciaba con creciente entusiasmo, decidió ingresar en el Ejército al estallar la 1ª G.M., haciendo caso omiso del dictamen médico que lo declaraba inútil, desempeñando labores de mensajero. Sus superiores nunca creyeron que tuviera aptitudes de mando ni con valor suficiente como para llevar a cabo misiones de riesgo. En cierta ocasión le mandaron recortarse el bigote, que llevaba demasiado largo, dejándoselo con el aspecto característico con que lo hemos conocido siempre.
Aparentaba ser un hombre sin talentos, un tipo gris que no lograba destacar en nada, pero pronto fue enviado al campo de batalla, recibiendo condecoraciones en dos ocasiones por acciones heroicas.
Al acabar la contienda decidió entrar en política, donde despuntó en labores de espionaje. Poco a poco fue subiendo peldaños en la jerarquía del Partido del Trabajo alemán, al que terminó convirtiendo en una organización paramilitar, hasta que llegó un punto en que su influencia fue lo suficientemente grande como promover la rebelión. Quería hacerse con el poder. Debido a esto pasó 5 años en la cárcel, donde lleno de ira y amargura escribió un libro que más tarde sería como la biblia para los nazis.
Al salir volvió a la política, y poco a poco fue de nuevo adquiriendo influencia, debido a su hipnotizante retórica. Cuando fue nombrado canciller, eliminó a sus adversarios políticos y fundó su propio ejército, con lo que dio rienda suelta a su antisemitismo con medidas sangrientas, persecuciones e invasiones, que desembocarían en la 2ª G.M., dando lugar a todos los macabros sucesos por todos bien conocidos.
Hitler era especialmente imaginativo ideando formas de tortura para sus enemigos, que aquí no voy a describir.
En la vida de Adolf hubo unas cuantas mujeres, aunque al principio, siendo aún joven, en una ocasión se le insinuó una lechera de su barrio y no se le ocurrió otra cosa que salir corriendo. Tenía miedo del sexo, pero al llegar a la edad adulta se convirtió en un obseso, con tintes sádicos, hasta el punto de que sus amantes terminaban suicidándose desesperadas. Dos se pegaron un tiro, una se tiró por una ventana, otras dos se ahorcaron, aunque una de ellas logró salvar la vida. La última, con la que se casó, y a la que obligó a reconstruirse la vagina porque era anormalmente pequeña, se envenenó con cianuro cuando ya estaba todo perdido para ambos. Él prefirió pegarse un tiro.
Todo en la vida de Adolf Hitler está marcado por la miseria moral y la violencia. Los traumas de infancia, la falta de afecto, las penurias económicas sufridas, el rechazo ajeno en ciertos momentos de su vida, y el hecho de que hubiera perdido un testículo durante un combate en la 1ª G.M., algo que parecía poner en duda su virilidad, convirtieron a este hombre en un monstruo, incapaz de superar sus lacras.
Toda aberración tiene un origen. Siempre me había preguntado cómo se podía “construir” una personalidad así, y estaba segura de que un pasado traumático era la causa, aunque aún ignorara sus circunstancias. Por fortuna no todos los psicópatas llegan hasta donde él llegó, sólo unos cuantos.
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