- Me aparece últimamente en el ordenador, cada vez que me meto en la página de consulta de empleos, uno de esos anuncios que cambian de imagen constantemente para captar la atención, en el que se publicita un curso de agente funerario y técnico en tanatoestética. Siendo un sitio dedicado a ofertas de trabajo, no es de extrañar que aparezcan sugerencias de todo tipo, pero nunca me había parado a pensar en una ocupación como esa.
Desde luego es una actividad para la que siempre hace falta gente, y con el futuro asegurado, pues el negocio de la muerte no se acaba nunca.
Me metí por curiosidad a ver en qué consistía. El curso incluía, entre otras cosas, tanatopraxia, restauración cadavérica y Derecho funerario. Se podía ver una foto de una bella mujer con un maquillaje casi blanco y una boca abierta perfecta sobre la que una mano pintaba unos labios de color violáceo. Evidentemente la de la foto estaba viva, aunque aseguraban que se hacían prácticas en tanatorios.
Será que tengo muchos escrúpulos o mucha aprensión, pero el que esté buscando trabajo muy mal se tiene que ver para orientar su futuro profesional hacia esos derroteros.
Aunque mirando las ofertas de Periodismo, que son las que yo busco, no anda la cosa mucho mejor. Me meto en una de ellas y descubro que es para personas minusválidas. Me meto en otras y te piden japonés, coreano o árabe. Se solicita mucho redactor de contenidos web para empresas, en las que la mayor parte del trabajo no requiere presencia en oficina. Es todo muy original.
Ahora hay mucha diversidad de ofertas educativas, nunca ha habido tantas carreras universitarias y con tanta especialización, pero eso no se corresponde con la posibilidad de encontrar luego un empleo. No me extraña que haya gente que termine maquillando muertos.
- Ayer falleció la inolvidable Esther Williams, a los 91 años nada menos. Cuántas horas de mi infancia llenaron sus películas con aquellas maravillosas coreografías en el agua. Nada que ver con la natación sincronizada actual, tan ortopédica.
Esta mujer era nadadora olímpica, y apareció en el mundo del cine de rebote, cuando se suspendieron los Juegos Olímpicos de Helsinki en los que iba a participar, debido a la 2ª G.M. Alguien se fijó en ella y la verdad es que fue un acierto.
Ignoro si ideaba las coreografías acuáticas de sus películas, pero desde luego no se ha vuelto a ver nada igual. Cuánta belleza y armonía, qué buen gusto y sentido estético. Había algo tremendamente femenino en todos aquellos juegos de agua, flores y figuras geométricas perfectas realizadas por las nadadoras. Admiraba aquella sincronización, aquellos movimientos de ballet llevados a cabo con tan aparente facilidad. Cuánto entrenamiento debía haber detrás de aquello. Y cómo aparecía ella siempre, impecable, con peinados y maquillajes que resistían el agua. Las cámaras hicieron un trabajo magistral rodando las escenas subacuáticas, refrescantes y sorprendentes.
Supongo que la longevidad de Esther Williams se ha debido al hecho de ser deportista, además de por tener una buena genética. Ese es el secreto, una vida sana, ejercicio físico, y una eterna sonrisa, como la que ella siempre lució, hasta el final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario