Este artista gallego, treinteañero, no ha estudiado nunca pintura. Aprendió con lo que veía en los libros y siguiendo su propia intuición creadora.
Son muchos los retratos que ha hecho, pero me quedo con estos dos de una niña. No hace falta el color para reflejar la belleza y la pureza. Perfeccto recreando la profundidad de la mirada, la fisonomía humana.