lunes, 15 de abril de 2013

Un poco de todo (XVI)


- Me quedé alucinada hace poco cuando me puse a mirar ofertas de trabajo de periodismo, algo que hago últimamente para ver cómo está el patio y por si sonara la flauta, como se suele decir, y pudiera encontrar un puesto de aquello para lo que me preparé en su día.

Dentro de lo poco que hay, pues la mayoría son empresas de marketing que quieren comerciales que gestionen además redes sociales, vi un puesto para el que se necesitaba un licenciado en Periodismo o Publicidad para gestionar contenidos web de una empresa. Pedían saber programación en lenguaje htlm para trabajos eventuales, e inglés avanzado. El horario era de 9 de la mañana a 7 de la tarde de lunes a jueves, el viernes sólo por la mañana. El sueldo era 50 ó 60 € más de lo que yo gano ahora.

Cuánto sinvergüenza hay por ahí, qué explotación más repugnante del ser humano. Por hacer y saber todo eso pagan prácticamente lo mismo que cobro yo por un trabajo de funcionaria para el que no se requiere estudios universitarios, ni idiomas, ni conocimientos de programación informática, y con un horario cómodo sólo de mañanas.

¿Y para ésto te tiras 5 años estudiando una carrera?. No me extraña que se esté yendo la gente a trabajar al extranjero. Estamos llegando a unos niveles de contratos basura y de depreciación de la calidad del empleo que no sé a dónde vamos a ir a parar. Me parece indignante.

- Me encantó la reposición de la serie que sobre santa Teresa de Jesús hizo Concha Velasco hace unos años. En su momento apenas si vi algún episodio, y ahora no es que haya podido ver muchos más, pero los he disfrutado de manera distinta, mucho más intensamente, a como lo hice en el pasado.

Concha estuvo insuperable con este papel. Nunca se la ha considerado una actriz de rango y abolengo, pues no posee quizá ninguna de las cualidades que se le adjudican a otras intérpretes, la mayoría provenientes de grandes sagas familiares dedicadas al teatro. Pero en algunos de los papeles que ha encarnado a lo largo de su carrera ha sacado de sí misma esencias nunca vistas antes en nadie más. Le ocurre, al igual que a actores como Daniel Day-Lewis, que los personajes se posesionan de ellos y los abandonan sólo al cabo de un tiempo, cuando ya no les dan vida.

El guionista de la serie es magnífico. Los diálogos y la voz del narrador están escritos magistralmente, no tienen desperdicio, y guardan un tesoro literario y espiritual que difícilmente encontraremos en ningún otro relato. Con cada episodio disfrutamos de momentos de paz y armonía, en medio de la vorágine que es la televisión actual.

Fueron muchas las dificultades que santa Teresa tuvo que superar a lo largo de su vida, según se nos cuenta en la serie, pero también muchas las alegrías. Sus experiencias místicas sobrecogen, y están muy bien llevadas a la pantalla. Concha Velasco interpreta estas sensaciones tan complejas con una maestría única, no se podía haber hecho mejor.
Me emocionó especialmente un canto que entonaba la santa mientras estaba acompañada de algunas de las hermanas de la congregación (vuestras caridades las llamaba ella), y estaban preparando figuras religiosas, creo que en Nochebuena. Era una melodía sencilla y bella, llena de alegría, que me llegó al corazón.

Me sorprende saber que el cuerpo de la santa fue desmembrado casi en su totalidad tras su muerte, y que esos trozos de su cuerpo están desperdigados por muchos sitios de España, donde se los venera. Son muy sorprendentes también todos los milagros que hizo, las cosas tan extraordinarias que pasaban cuando andaba ella cerca.
Sin duda Concha Velasco se dejó la vida en este papel. Muchas actrices consagradas podrían haberlo hecho, habrían tenido una oportunidad de lucimiento sin precedentes, pero la elección de esta gran actriz fue lo más acertado que se pudo hacer.

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