Veía ayer en el muro en FB de Jose Luis, un amigo de los tiempos del colegio y del instituto, el video de una chica ucraniana, muy bella cómo no, hablando sobre la situación de su país y todo lo que estaba ocurriendo, mientras a su espalda manifestantes armados deambulaban de aquí para allá, preparándose para el siguiente enfrentamiento con la policía, tal y como hemos sido testigos en televisión.
Una persona me comentaba recientemente que le parecía muy raro que la gente de una nación democrática se manifieste de una manera tan violenta. Muchos son los que se rebelan incapaces de hacer un examen riguroso de los problemas de otros países, al ignorar por completo sus trayectorias políticas e históricas.
La democracia no es una horma estándar con la que medir a todas las naciones que la han llevado a la práctica. Lo mismo que el comunismo o el socialismo, no son iguales en un sitio que en otro. Las mismas formas de gobierno en unos sitios funcionan de una manera y en otros de otra. En nada se puede generalizar en la vida, todo tiene sus matices, que dependen de innumerables factores.
A mi interlocutora le dije que la democracia de Ucrania es un paripé, que existe una corrupción sin medida. Ella lo puso en duda, pues el peor ignorante no es el que no sabe si no el que no quiere saber. No hace falta tener muchas luces para darse cuenta a qué se debe sino la virulencia de los disturbios en Ucrania. Habrá quienes hayan pensado que se trataba de grupos aislados muy violentos, pero pasó demasiado tiempo y sucedieron demasiadas cosas como para que eso pudiera ser cierto.
Los ucranianos salieron en masa a la calle a reclamar justicia social, el fin de la corrupción y unas condiciones de vida dignas. Nadie lucha de esa manera si no tiene motivos sobrados para hacerlo. Ha muerto mucha gente y ha habido muchos heridos, pero no ha sido en vano. Lo lamentable de todo esto es que, precisamente por vivir en democracia, tendría que haber habido otra manera de reivindicar los derechos conculcados. Son los casos en que la palabra democracia, usada tan a la ligera con frecuencia, carece de sentido al hallarse vacía de contenidos reales. Democracias auténticas hay muy pocas, las de los países nórdicos quizá.
Kiev |
El pueblo ucraniano es un pueblo muy duro, como todos los de esas zonas de Europa, porque están acostumbrados a penalidades de toda índole. Es un pueblo que calla largamente, que aguanta mucho porque es abnegado y resistente, pero cuando se le hinchan las narices es cuando llega el momento de alzarse en contra del horror opresor y entonces no hay quien lo detenga. Naciones grandes, hermosas y fuertes sucumben bajo tiranías encubiertas y corruptelas viciosas y crónicas como enfermedades mortales. Es el autoritarismo solapado de las oligarquías, que son el cáncer de casi todas las sociedades actuales.
No me extraña que el presidente destituido haya huido por pies, incapaz de enfrentarse a la justicia. Es lo que pasa con la venganza y los escarmientos públicos, que el condenado termina convirtiéndose en verdugo y al revés, hay sed de sangre, con lo que al final descendemos todos en la escala moral. Pero así se ha escrito siempre la Historia.
Miles de ucranianos se acercaron a la lujosa residencia del presidente depuesto para contemplar sus riquezas. Mármoles, griferías de oro en los cuartos de baño, un zoológico para su disfrute particular en las inmediaciones, un gigantesco campo de golf en el que hasta las bolsas de cuero de los jugadores tenían bordado el nombre del ex presidente, un gran barco atracado en un lago cercano a su casa donde hasta las botellas de licor llevan su cara impresa. Es el narcisismo típico de todos los tiranos.
Hoy veíamos en la prensa las fotos de 100 antidisturbios que se arrodillaban por un momento en un escenario montado en un lugar al oeste del país, para pedir perdón por la brutalidad de su actuación. Antes y después permanecieron de pie, con las manos cruzadas, la cabeza agachada y el gesto contrito, como reos que esperaran sentencia. Es el miedo a las represalias, aunque en realidad estaban acatando órdenes, ellos son meros instrumentos, no tienen responsabilidad alguna, están entrenados para actuar así. Vistos en grupo bien podrían ser los cabezas rapadas hinchas de fútbol a los que estamos habituados aquí.
A mí lo que me ha sobrecogido es el pueblo ucraniano. Han exorcizado sus demonios, y algo más. Ha sido necesario que nos mostraran las imágenes de su tremenda lucha para que tomáramos conciencia de lo que les pasaba. Para un periodista este es el tipo de reportaje que le coloca en el firmamento de la comunicación, es un manjar suculento que se da sólo en contadas ocasiones. Espero que puedan solucionar definitivamente sus problemas y que todo vaya mejor a partir de ahora. Pocas veces los grandes cambios han podido hacerse de forma pacífica.
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