martes, 4 de febrero de 2014

Querida Lina


Cuánto lamento todo lo que le está pasando a Lina Morgan. Y no sólo por su deteriorada salud sino también por la avaricia que una fortuna como la suya despierta a su alrededor. Antes de que se haya ido al otro barrio ya se están disputando sus bienes, que tanto trabajo le costó conseguir, ella que tiene unos orígenes tan humildes. Quién le iba a decir, cuando sus padres recogían cartones para sobrevivir, que llegaría a ser una estrella en lo más alto del firmamento.

A nadie le tienen por qué interesar los conflictos familiares que tuviera Lina, puesto que forman parte de su vida privada. Ahora se airean muchos trapos sucios, aprovechando que no se puede defender. No es la 1ª mujer sola que pretende adoptar hijos ajenos, con el pretexto del parentesco, la pobreza y un exceso de confianza mal entendida. Eso se hacía mucho antes, es algo de otra época, y generaba muchos conflictos. En cuestión de sentimientos cada quien sabe lo que alberga en su corazón y los motivos que le han llevado a tomar determinadas decisiones. En cualquier caso no tienen por qué salir a la luz cosas tan particulares, precisamente en momentos delicados como este.

Yo sólo recuerdo a la Lina que pasó años y años trabajando, planificando, ilusionándose e ilusionando. Creativa, vivaz, muy tierna, llena de comicidad con un punto de tristeza. Su energía, su ingenuidad, su bondad, su inteligencia, son cualidades que nos sirven de inspiración a los que deseamos pasar por esta vida con optimismo y entusiasmo. Esa forma de doblar las piernas, que parecían de goma, de hacer muecas con lo gansa que era, esa manera de transformarse según requiriera el papel, su versatilidad, su comicidad, su incansable dinamismo en el escenario, como si el paso de los años no hiciera mella en ella, no dejan de ser sorprendentes a pesar del tiempo transcurrido desde que tuvo sus grandes éxitos.

Y cuando tuvo su propio teatro, algo a lo que pocos artistas se atreven por la gran responsabilidad que lleva consigo, los problemas, las facturas, el tener gente a tu cargo, fue la guinda que coronó el pastel de una vida entera dedicada al público, a transmitir emociones, a hacer pasar buenos ratos y hacer olvidar las preocupaciones. Eso no tiene precio. Y qué bonito lo dejó tras la reforma que hizo, adornado con primor y elegancia. Era su 2ª casa, y la nuestra. Hace pocos años lo vendió, pero ha quedado su impronta.

Por eso ahora que Lina está pasándolo tan mal, que ya los años se le han venido encima de repente, y su salud está acusando el desgaste físico de tanto trabajo, sólo le deseo, le deseamos, una pronta recuperación, que pueda estar de nuevo en su hogar tranquila, sin preocupaciones, como se merece. Un mundo sin ella ya no sería lo mismo.

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