He tenido que ver 2 veces la historia de Harvey Milk para poder extraer todas sus resonancias. Los relatos basados en hechos reales siempre me han interesado especialmente, porque saber que lo que estás viendo ocurrió de verdad le da un significado especial, ya no es sólo una película, un divertimento, una ficción. Y no había querido volver a verla porque hay algo tierno y al mismo tiempo desgarrador en el proceso vital de este hombre, una leyenda del mundo gay, recordado con veneración por sobradas razones.
Un homosexual metido en política, que mostraba sin tapujos su condición, lo que no le impidió hacer campaña para un cargo público en S. Francisco, que finalmente consiguió. Sus discursos, encendidos, defendían todo lo gay a ultranza, a pesar del conservadurismo de la época, finales de los 70. En su puesto pudo aprobar normas legales que les favorecían.
Harvey no tuvo una vida fácil, como todos los que son pioneros en algo a lo que nadie antes se había atrevido. Vio su vida amenazada en varias ocasiones, y todas las parejas que tuvo acabaron suicidándose, desatendidos por un amante que dedicaba su existencia casi en exclusiva a su causa. Al final, un compañero de actividades políticas, envidioso de su ascensión y éxito, lo mató a tiros junto con el alcalde de la ciudad.
Sean Penn, actor que no siempre me ha gustado, está maravilloso en este papel. Supo transmitir toda la pasión, la ternura y la determinación de un hombre muy especial. Hay unas imágenes al final de la película en las que aparece el verdadero protagonista, y es mucho más risueño, histriónico y delicado de cómo lo interpretó Penn, que no lo hizo mal pero es muy difícil imitarlo hasta ese punto. Me rompe el corazón saber que sus temores se vieron confirmados, que su lucha amenazaba hasta ese punto su seguridad. No hay nada peor que vivir con miedo, es una pesadilla. Encima de lo duro que era lo que estaba haciendo, además tenía que sufrir la violencia ajena y la incomprensión de muchos.
Hace poco me surgió la duda de si los que nacen gemelos puede ser heterosexual uno y homosexual el otro, al ver en televisión a dos cocineros físicamente idénticos pero al que a uno se le notaba una forma peculiar de hablar. Al bucear en Google me confirmó que efectivamente puede darse el caso, pero mientras buscaba información pude ver muchas entradas en las que todavía se seguía afirmando que la homosexualidad no es algo genético sino un rasgo adquirido en el entorno familiar y social.
Cuántas aberraciones se siguen diciendo respecto a este tema. No me extraña que con estas ideas siga estando mal considerando que adopten niños, como si éstos fueran a cambiar su tendencia natural sólo por la influencia de aquellos que los acogen. De esta manera se les impedirá siempre llevar una vida normal, su reloj biológico, el instinto de perpetuación que casi todos tenemos se ve en ellos vedado.
Harvey Milk no se cansó de decir a los gays y lesbianas que no estaban enfermos, que no cometían un pecado contra Dios. Intentaba erradicar de las mentes de todos ellos los prejuicios inculcados desde la infancia y los traumas que éstos les habían generado. Esperemos que estas aberraciones desaparezcan alguna vez, como tantas otras que aún se mantienen,que todos podamos llevar una existencia plena con independencia de nuestra orientación sexual.
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