miércoles, 11 de junio de 2014

Luis Rojas Marcos y su viaje con Chester


Me encantó Luis Rojas Macos el otro día en el programa de Risto Viajando con Chester. Qué sencillez la suya, cuánta humanidad, qué afectuoso es, nadie que no le conozca diría que es un eminente psicólogo con un montón de libros en su haber. Estuvo contando su trabajo en Nueva York, donde vive desde hace muchos años. También de lo que le empujó a irse de España, que fue un desencuentro con su padre: siendo él muy joven llegó a casa con una herida, y su padre le dio una bofetada como castigo, para que aprendiera la lección. Me puedo imaginar lo que debió suponer para un hombre de su sensibilidad e inteligencia semejante método educativo, aunque fuera muy usual en aquella época. Su total oposición al castigo físico a la hora de educar a los hijos coincide plenamente con mi forma de pensar. También contribuyó a su alejamiento el mal ambiente que había en su casa, por las constantes discusiones entre su padre y su hermano por sus ideologías opuestas.

Le preguntaron por su vivencia del 11-S, algo que aún le cuesta mucho contar. En aquella época era jefe de la red pública de hospitales de la ciudad. Habló de la necesidad del psicólogo de recibir también terapia para afrontar ciertos hechos de la vida.

Al decir que tiene 70 años Risto fue el primer sorprendido, pues aparenta 10 ó 15 menos. Será por su manera de ser o de vivir. Le gusta el deporte: corre la maratón de Nueva York como una forma de eliminar el stress, y porque él fue un niño hiperactivo y algo le queda. Dice ser un ganador de lento recorrido, tarda en llegar a la meta pero cuando lo hace se siente como si hubiera llegado el 1º.

Risto habló bastante más de lo que suele hacerlo, seguramente porque necesita un psicólogo, esa persona a la que poder contar tus preocupaciones con confianza, y aprovechó la oportunidad. Rojas Marcos señaló lo importante que es hablar de las propias inquietudes, que muchas veces se dilucidan en el momento mismo en que las materializas con palabras. Incluso hablar solo, aunque no haya nadie para escucharte, el caso es hablar. Dice que alarga la vida.

Leyendo algunas de las cosas que ha dicho en otras entrevistas, me maravilla su forma de pensar.

Mi vida no tiene propósito, ni dirección, ni finalidad, ni significado... y a pesar de todo soy feliz.

Creer que ejerces cierto control sobre tu vida aumenta las posibilidades de superar enfermedades y crisis, lo opuesto a "que sea lo que Dios quiera”. Pensar que puedes hacer algo por mejorar tu vida ayuda incluso en situaciones en las que no puedes hacer mucho.

Hay exigencias culturales que son muy poco realistas, y que crean unas expectativas que nos hacen sufrir. Si te casas pensando que es para toda la vida y resulta que no es así, te sientes fracasado y frustrado. Si la sociedad aceptara que vamos a estar juntos mientras la relación tenga sentido, nos sentiríamos menos presionados.

Lo raro en esta vida es no tener problemas. De media tenemos dos grandes tragedias en la vida. Y la idea de que crecemos con el sufrimiento es absurda. No te hace más sabio, ni mejor persona. El sufrimiento interfiere en todo y no sirve para nada. Lo que ocurre es que a veces nos hace descubrir aspectos de nosotros mismos que no conocíamos pero estaban ahí. Es mejor la introspección, observarse a uno mismo y estar abierto a las respuestas de los demás, conocer lo que nos gusta y lo que no y nuestras limitaciones. Y hay que ser consciente del impacto que tenemos en los demás.

Lástima que no lo tengamos de vuelta en España. Él dijo, cuando le preguntó Risto, si le habían ofrecido alguna vez un trabajo aquí y dijo que no, pero por la forma de responder me pareció que si lo hicieran tampoco le importaría, puede que accediera a regresar. Bienvenido será siempre, desde luego.


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