lunes, 16 de junio de 2014

La entrevista del Papa Francisco en televisión


Esperaba con anhelo y curiosidad la 1ª entrevista que el Papa Francisco concedía a una cadena de televisión española. Quería ver cómo se desenvolvía este hombre en las distancias cortas, lejos de muchedumbres, visitando lugares del mundo o haciendo alguna declaración a la prensa. El que resultó muy curioso fue Henrique Cymerman, reputado periodista y muy peculiar siempre con sus tics, que mantuvo un extraño rictus de euforia a duras penas contenida que le hacía hincharse y enrojecer.

Había leído que este Papa no es de los que hablan con sentencias profundas ni usando un lenguaje rico y culto, como su antecesor. Se suele comparar a unos pontífices con otros, para dilucidar cuál es mejor, siguiendo un criterio que se me escapa. No sé el motivo, pues porque ocupen el mismo cargo no significa que tengan que ser clones, todos son personas preparadas, no llegan a ese nivel por casualidad.

La sencillez y modestia del Papa Francisco pueden confundirse con simplicidad. Él habla sin tapujos acerca de todo lo que se le pregunta, y tan sólo no se explaya más en aquellos asuntos en los que la prudencia le sugiere más comedimiento, para no ofender a nadie.

Charló sobre la persecución de los cristianos, algo que no es nuevo como él bien recordó, afirmando que es aún mayor hoy en día que en tiempos pasados.

También respondió a las preguntas sobre su reciente visita a Jerusalén y el histórico abrazo que se dio con los representantes de ambas facciones enfrentadas. Dijo guardarles mucho cariño y, a pesar de lo diferentes que son, mantienen una gran amistad.

Sobre su seguridad le preguntó Cymerman si no temía sufrir algún atentado, y él dijo que sí, que siempre cabe la posibilidad, pero que su vida está en manos de Dios. Además lo explicó con una broma: “¿Sabes cuál es la diferencia entre el terrorismo y el protocolo? Que con el 1º puedes negociar”. Él, con una sonrisa, afirmó que efectivamente tenía algunos problemas para seguir los protocolos de seguridad que se le imponían. En algunas de sus visitas en el extranjero quisieron ponerle un papa-móvil, pero él lo rechazó. “Firmo donde haga falta para responsabilizarme de mi seguridad, pero yo no voy en un vehículo así, que parece que es ir como sardinas en lata”. Dijo que no le parecía mal el que lo hiciera, pero él tenía que responder a la naturaleza que Dios había puesto en él. También declaró, en tono jocoso, que si algo le pasaba a su edad (77 años) tampoco tendría ya mucho que perder.

Le preguntó el periodista por el papel de la Iglesia católica durante la 2ª G.M. y respondió que se la había acusado de abstenerse durante la contienda, pero que el resto de los países tampoco hicieron nada al respecto. “Se sabía por dónde iban las redes ferroviarias que conducían a los judíos a los campos de concentración, y no las bombardearon. Tenían pruebas, fotos, y no actuaron. ¿Por qué? No se sabe”. También considera una locura que haya quienes nieguen el holocausto judío.

Defendió la figura del Papa Pío XII alegando que muchas cosas que no dijo lo haría porque no sería conveniente en aquel momento tan delicado, y que había datos de su biografía que no se sabían de él, como que en su residencia de Castelgandolfo acogió a cientos de refugiados judíos y que en su cama habían nacido 45 niños. Le inquirió Cymerman por la apertura de los archivos vaticanos, y Bergoglio afirmó que cumplidos todos los protocolos no hay ningún problema en que sean abiertos, porque su aportación a la Historia será enorme.

También le preguntó por el movimiento independentista que se está produciendo en algunas naciones, y él contestó que habría que estudiar cada caso, distinguiendo entre emancipación y secesión. El Papa Francisco ha considerado que "la secesión de una nación que no cuente con un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso, ya que hay casos que pueden ser justos y otros que no. Hay pueblos con culturas tan diversas que ni con cola se podían pegar. El caso yugoslavo es muy claro, pero yo me pregunto si es tan claro en otros pueblos que hasta ahora han estado juntos. Escocia, la Padania aquí en el norte de Italia. Habrá casos que serán justos y otros que no”.

Afirma que le gusta la musicalidad de los nuevos políticos, fueran del signo que fueran, respondiendo a la pregunta de qué líder de los que le han visitado en estos 15 meses de pontificado le había llamado más la atención. “Quizás hablen de los mismos problemas pero con una nueva música, y eso me gusta, me da esperanza porque la política es una de las formas más elevadas del amor, de la caridad, del bien común”.

Cree que vivimos en un sistema económico que no es bueno, en el que el hombre y la mujer deberían ser en centro pero en el que es el dinero el nuevo dios. “Hemos caído en un pecado de idolatría, la idolatría del dinero”. Un sistema que, según él, descarta a los que no son productivos, a los niños, a los ancianos, y a los jóvenes cuando se limita la natalidad y no se les da oportunidades de trabajo. “Al hacerlo se está descartando el futuro de los países porque unos son los que aportan la fuerza para tirar adelante y los otros la sabiduría”.

Al Papa Francisco no le cabe en la cabeza que haya millones de personas que no tengan qué comer. Piensa que se desperdicia mucha comida cada día y que si no se hiciera así todos podrían alimentarse. Los gobiernos no hacen nada porque es más lucrativo fomentar las guerras para poder vender armas que preocuparse por los que no tienen nada.

“La globalización bien entendida es una riqueza, pero mal entendida anula las diferencias. Yo lo entiendo como una esfera, donde todo es igual. Una globalización que enriquezca es como un poliedro, todos unidos pero cada cual conservando su particularidad, su riqueza, su identidad”.

Condena el Papa Francisco el antisemitismo, recordando que los salmos y los libros religiosos provienen de los judíos, y que están en la raíz de las creencias religiosas cristianas. “Nunca se puede dar un paso en la vida si no es desde atrás, sin saber de dónde vengo, qué apellido tengo, qué apellido cultural o religioso tengo”. “Yo rezo todos los días el oficio divino con los salmos de David. Los 150 salmos los pasamos en una semana. Mi oración es judía, y luego tengo la eucaristía, que es cristiana”.

También abominó del uso del nombre de Dios para hacer una guerra, algo que fue frecuente en nuestra Historia, y especialmente entre los cristianos. “Es una contradicción”, afirmaba, pues se opone a lo que Cristo nos enseñó: no matarás, no usarás en nombre de Dios en vano, perdonarás a los que te ofenden, pondrás la otra mejilla. Dios es amor, no odio. Habló de la estructura mental del fundamentalismo, en la que existe siempre una violencia latente.

Sobre la separación de miembros de la Iglesia, dijo que él podía perdonar a un sacerdote algunas cosas, un desliz emocional, que se pase alguna vez con el vino, pero que nunca perdonaría el afán de riqueza ni que trate mal a sus semejantes. Afirmó que el propio feligrés así lo reclama, es el 1º que sabe distinguir entre lo que está bien y lo que no.

El Papa Bergoglio ha vuelto a defender la pobreza y la humildad como valores fundamentales de la Iglesia y ha descartado el papel de «Papa párroco». “Sería inmaduro. Cuando viene un jefe de Estado, tengo que recibirlo con la dignidad y el protocolo que se merece. Es verdad que con el protocolo tengo mis problemas, pero hay que respetarlo”.

Me hacía mucha gracia las palabras que empleaba, tan de su tierra, los tragos, la plata, la papa caliente, con ese acento argentino tan marcado y en él, al mismo tiempo, tan suave y cadencioso. Es un hombre tranquilo, que habla, aunque pueda parecer improvisado, tras haber meditado mucho. Deja las ideas sin concluir a veces, como suspendidas en el aire, para que los que le escuchan las completen mentalmente. Salpica la conversación de chistes, y alterna la seriedad que ciertos asuntos requieren con la más absoluta distensión. Se expresa mucho con las manos, las gira o las desplaza suavemente, y también con el gesto, con la profunda humanidad y dulzura de su mirada y su sonrisa.

“Le voy a ser franco”, empieza muchas de sus declaraciones. Habla sin ambages de lo acertado de la decisión del Papa Benedicto de establecer la figura del Papa emérito, que él mismo piensa ser llegado el momento, “cuando Dios me ilumine, que seguro va a ser así”. Antes de su nombramiento él pensaba, allá en Argentina, retirarse en una casa para sacerdotes ancianos, ya tenía una estancia adjudicada, pero nunca volvió de Roma: ni él mismo sabía que iba a ser nombrado Papa. Aunque a él le da igual, cree que la habrá ocupado otro, pero hay muchas más.

“Tengo a un montón de personas preparadas a mi alrededor que me ayudan en esta misión” afirma. “Las cosas que estoy haciendo son el desarrollo de las peticiones que se formulan en las congregaciones de obispos. Yo mismo hice algunas peticiones antes de llegar hasta aquí. No vengo con un proyecto personal debajo del brazo, no soy ningún 'iluminado'. Podría coger esas recomendaciones y abanicarme con ellas, pero eso no es conveniente, hay que respetar lo que se decide en las asambleas”. Lo cierto es que el suyo es un estilo muy personal, distinto a todo lo conocido, y sí que habla por sí mismo, tratando temas que hasta ahora habían sido tabú en la Iglesia, como la homosexualidad o el divorcio. Pero nada en él es premeditado, actúa movido por su espontaneidad natural.

Le señaló Cymerman que sigue firmando las cartas que escribe a sus amigos como Jorge. Su cargo actual no le impide ser quien es realmente, sabe que es algo transitorio, una misión más que le ha sido asignada, algo que no le impide conservar su identidad.

También le preguntó sobre el Mundial de fútbol en Brasil. “Argentina y Brasil han sido siempre eternos rivales, pero me han pedido que sea ecuánime”, contestó riendo.

A la pregunta final de cómo le gustaría que le recordaran, dijo que se conformaría con que dijeran de él: “Era un buen tipo, hizo lo que pudo, no fue tan malo”.

Una entrevista ésta que, aunque llevada con suma sencillez por el Papa Francisco, resultó ser muy densa en contenidos y significados. Esperemos tenerle mucho tiempo entre nosotros.

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