lunes, 30 de junio de 2014

El éxito de Ana


Estoy muy orgullosa de Ana, mi hija. Ni ella misma tenía claro que fuera a sacar este curso medianamente hasta que le dieron las notas. Después del bache de la 2ª evaluación, tras haber comenzado en la 1ª muy brillantemente, creía que ya no sería capaz de remontar. Y todo porque lo había medio dejado con el chico con el que salía, y ahora como han vuelto todo va sobre ruedas. Si construyéramos nuestra vida en función de cosas como esa estaríamos arreglados, pero bueno, ella es aún muy jovencita.

Sólo le ha quedado el inglés, y eso que era la única asignatura para la que tenía profesora particular. A veces dedicarle mucho tiempo a una materia no significa que se vaya a aprobar. Fue a reclamar pero de nada le sirvió, lo que ya suponíamos. La docente tiene fama de aprobar muy poco, y esto que algunos lo consideran como de prestigio yo lo encuentro incluso revisable por una inspección, algo hace mal un profesor cuando el fracaso en su clase es tan grande, además de desalentar a los alumnos, es absolutamente antipedagógico.

La única pega es que se va a tener que quedar en este instituto en Bachillerato, que empieza el próximo curso. Había solicitado plaza en otro, y después de haberlas admitido en las listas provisionales a ella y a una de sus amigas, en las definitivas se quedó fuera tras meter a más gente después de revisar las reclamaciones.

Cuando mis hijos empezaron a estudiar aquí y supe que había muy pocos grupos de Bachillerato creí que era porque los chicos abandonaban pronto los estudios, pero no es así. Lo que hacen es irse a otros centros donde no les exijan tanto y no puntúen tan bajo, porque si quieres ir a la universidad no consigues muchas veces la nota que necesitas para según qué carreras. El problema es que todos los institutos del barrio y alrededores están a tope, no quedan plazas, por lo que es muy difícil cambiarse. Lo bueno es comprobar que la gente joven sigue estudiando como antaño, a pesar del bajo nivel educativo que tenemos y la penosa perspectiva laboral que se les presenta.

Ana le comentó al director de su instituto, una de las veces que se lo encontró, pues es un hombre que siempre está de aquí para allá supervisándolo todo y hablando con todo el mundo, que no la habían admitido en el centro que había solicitado. Él se rió mucho, sobre todo porque le molesta que la gente se vaya de allí en cuanto empiezan Bachillerato. Mi hija se rió también, qué remedio, hay que tomarlo con humor.

Pero se teme lo peor. La dureza del próximo curso en un centro como el suyo no es comparable a nada que haya podido conocer. La ESO le parecerá un camino de rosas en relación a lo que le espera a partir de ahora. En el fondo no le apetecía nada cambiarse, acostumbrada a los compañeros y a las normas, y porque al estar al lado de casa madruga menos. Cuando supo que no podría irse se sorprendió un poco al principio, algo contrariada, pero enseguida le asomó una sonrisilla. Y es que hay cosas que a veces te ves obligado a hacer aunque no te apetezca, por cuestiones prácticas, y luego cuando ves que no puedes seguir adelante, por la razón que sea, casi sientes alivio.

Recuerdo cuando yo estudié en su instituto. Ya entonces era de los más exigentes de Madrid y nos apretaron bien los tornillos. Hace poco, haciendo limpieza en el armario de mi habitación, me encontré el libro de escolaridad que tenía entonces. Todo eran suficientes, algún bien, y algún notable suelto en asignaturas como religión. Para lo mucho que estudiaba nunca vi resultados en mis notas. Y el caso es que allí me tenían por empollona, no sé por qué con semejantes calificaciones. Seguramente sabrían de mi esfuerzo, aunque se negaran a reconocerlo por la razón que fuera. En aquella época no me lo pensaba mucho porque si no me hubiera desmoralizado, pero ahora con el tiempo me parece una injusticia enorme. Me pregunto qué era lo que calificaban allí realmente, porque en los claustros de profesores de lo que menos se solía hablar era de tu esfuerzo y tus capacidades, era como una reunión de porteras. Si hubiera tenido que entrar hoy en día en la carrera que hice no habría podido. Menos mal que por aquel entonces exigían poca nota.

En muchos aspectos las cosas han cambiado allí. Ahora está mi hija estudiando en él y lo que le queda, según parece. Ella es muy brava, inteligente y talentosa, si se lo propone pocas cosas se le resistirán en la vida, por muchos obstáculos que pueda encontrarse. Y con ella estaremos para apoyarla.

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