Fue muy interesante la entrevista de
Risto Mejide a Pablo Iglesias, a pesar de las meteduras de pata del presentador que, como siempre, hablaba de más y sobre muchas cosas que desconoce, aunque él considere que es muy ocurrente, y lo único
que pone al descubierto es su ignorancia y su prepotencia. A Iglesias le
estuvo interrumpiendo constantemente, hizo lo que hace todo el mundo cuando el
líder de Podemos aparece en algún debate televisivo, todos tienen una necesidad
imperiosa de no dejarle expresar libremente sus ideas. Sin estar de acuerdo con su
ideología, como es mi caso, sin embargo pienso que tiene teorías que merece la
pena escuchar. Se le percibe culto, muy leído, un intelectual al que
quizá le falta experiencia real, porque no todo se aprende en los libros. Eso
es lo que le achaca “la casta”, como así ha llamado a los políticos de siempre, que tiene muchas ideas pero que son impracticables.
Me gustó mucho cuando le preguntaron
por su pareja, porque no le había visto desenvolverse en temas personales, y
resultó tan sincero y espontáneo como con el resto de los temas que
aborda. Risto hizo lo de siempre, lanzar una de sus puyas (no
sabe tener una conversación normal, se le nota mucho cuando no simpatiza con su interlocutor), diciendo que cómo iba a convencer a nadie si ni a su propia
mujer ha conseguido convencerla. Iglesias contestó que menuda era ella, como
diciendo que era una persona con convicciones propias muy fuertes, y que si
la amaba (me encantó que empleara este verbo, no todo el mundo es capaz de
hacerlo) era por otras muchas cosas, que sentían un mutuo respeto y admiración,
y que la política no lo ocupaba todo en sus vidas, hay otras muchas cosas por
las que dos personas llegan a quererse. Se confesó pues un hombre enamorado, y
dijo que ella llevaba en política mucho más tiempo que él y que su experiencia era
mayor. Que un hombre reconozca públicamente las cualidades de su pareja y proclame ser su
más ferviente admirador es algo poco corriente para lo que se suele ver.
Me pareció muy inteligente y
con gran sensibilidad. Su forma de decir las cosas es distinta a la del
resto, y no porque utilice términos o ideas complejos, antes al
contrario, su discurso es sencillo y directo, y sus ideas muy claras y
largamente meditadas, pero tiene muchas ocurrencias que llaman la atención por
su originalidad. He aquí algunas:
-
No es la casta política la que
hace funcionar este país, es la gente, esa es nuestra patria, la gente.
-
No queremos ser una opción
pintoresca, no queremos ser los de la pandereta.
- “El cielo no se toma por
consenso. Se toma por asalto”
(palabras que Karl Marx empleó en una carta a su amigo el doctor Ludwig
Kugelmann para describir el fracasado intento revolucionario de la Comuna de
París en 1871).
Está convencido de que lo
que pretende llevar a la práctica es lo mejor para la gente, sin ánimo de
medrar ni otro interés que el bien común. Es alguien lleno de idealismo, algo que se
podría achacar a su juventud si no fuera porque ya tiene 35 años. Si a estas alturas
todavía le mueve la necesidad de servicio social y de acabar con la corruptela
establecida desde hace tanto tiempo que parece ya costumbre, no creo que vaya a
cambiar nunca, aunque llegue al poder, esa cumbre en la montaña en la que casi
todo el mundo se transforma y se deja tentar por la avaricia y la ambición.
Es cierto que ya acusa el peso de
la sobreexposición que sufre, y que dice resultarle no precisamente
agradable. Se lamenta del varapalo al que lo someten los medios de
comunicación, aunque él tampoco lo ha evitado precisamente con su discurso
polémico y combativo. No creo que imaginara que iba a resultar un lastre tan
grande para su vida. “Ya me gustaría delegar responsabilidades”, dijo hace poco
cuando se habló de la posibilidad de que su partido compartiera el liderazgo
entre varios de sus miembros, algo que nunca se ha dado y que piensa que no
funcionaría. “No soy imprescindible, soy un
militante, no un macho alfa", afirmó
cuando se ha sabido que otros miembros del partido quieren ocupar su lugar
(a mí esta frase me produjo hilaridad). Si sus propuestas no son bien acogidas,
se hará a un lado, ha comentado, lo mismo que deben hacer aquellos cuyas ideas
no sean aceptadas por la mayoría de la organización.
En fin, que para ser una nueva propuesta
dentro de la rutina política que nos asola, por lo menos suscita interés aunque
no se comulgue con la esencia de su ideología. Un grupo de intelectuales con
expedientes académicos que alcanzaron la excelencia se pone al frente de un
partido político que pretende salvar a esta nación nuestra del caos y la
corrupción en los que se halla. Será un héroe, o un ingenuo idealista, será lo que
fuere pero no estaría de más que tuviera su oportunidad.
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