Abby, esa noche,
se encarama a un árbol que hay junto a su casa, persiguiendo a su gato que
acaba de romper algo, cuando de repente ve en la casa de en frente a través de
una ventana, al vecino, apolíneo, que acaba de salir de la ducha y está
envuelto sólo con una toalla. La rama sobre la que se ha subido se rompe y ella
se queda colgando boca abajo. Los gritos hacen salir al vecino de su casa y
cuando está junto a ella para ayudarla a bajar, Abby se agarra desesperada a lo
1º que ve y le quita sin querer la toalla, dejándolo desnudo. En casa, azorados y expectantes, él le
cura el tobillo: es cirujano ortopédico y es su especialidad, para admiración de Abby.
Al día siguiente,
en el programa, Mike vuelve a dar la campanada: “Los hombres son simples, y
para ilustrar mi teoría aquí tenemos un clásico ambiente romántico”. Se acerca
a la recreación de una cena en un restaurante, la pareja en torno a una mesa
con velas, champán y música de violín. “Bien, por aquí hay otra cosa bastante
diferente. Síganme”. Se desplaza por el plató y se acerca a una especie de
piscina hinchable en la que dos chicas luchan en bikini bañadas en un líquido rojo.
“Lucha libre femenina con sirope de fresa". Se sienta en el borde de la piscina,
proponiendo una encuesta en la que los hombres voten cuál de las dos opciones
preferirían. De repente una de las chicas le coge por detrás y lo mete en la
piscina, le abren la camisa y le acarician insinuantes, mientras él sonríe
complacido. La ayudante de Abby dice que la gente no deja de llamar indignada. Abby,
que está horrorizada como siempre, suspira resignada y decide aprovechar la
situación, indicándole por el auricular a Mike que le lama los dedos
a alguna de ellas. Él duda porque no se cree que Abby pueda darle esa clase de
indicaciones, pero lo hace, ante el griterío del público del plató. “¡Me he
equivocado, no es de fresa, es de cereza!”, exclama muy ufano.
Abby, tras el
programa, todavía está hiperventilando cuando aparece Mike recién duchado, con
un albornoz negro, rodeando con cada brazo a cada una de las gemelas
luchadoras. “Buen trabajo chicas, aún conservo vuestro sabor”, les dice al
despedirlas.
-
Abby: ¿Te das cuenta de que una vez tuve al arzobispo Desmond Tutu en la
sección?
-
Mike: ¿Qué quieres decir?
- Abby: No sabes lo bajo que he caído, porque eres tan zopenco que no
entiendes las referencias.
- Mike: Alto, alto… Creía que habíamos formado un gran equipo. Tú me has
dicho que le lamiera el sirope.
-
Abby: ¿Y no entiendes lo mucho que me odio a mí misma por eso? Menudo
truco barato. Ya me veo emitiendo desde el infierno, persiguiendo a la chica
del tiempo desnuda de Canadá.
-
Mike (sorprendido y susurrante, como pensándoselo): ¿Qué me dices? La
chica desnuda del tiempo…¿¡La contratamos…!?
Esa noche tiene
una pesadilla, en la que se ve a sí misma desnuda, cubierta sólo por unas nubes
en el pecho y en sus partes, anunciado el pronóstico del tiempo, azuzada por la
voz de su jefe que le dice que piense en la audiencia.
De nuevo en el
trabajo, Abby ve lo que ha subido la cuota de audiencia del programa. “Y encima
tendré que alegrarme”. Aparece Mike.
-
Mike: ¿Has visto las audiencias?
-
Abby: Sí, soy la productora.
-
Mike: Pues sabrás que vienen los directivos a invitarme a cenar esta
semana.
-
Abby: Bien, me alegro por ti, espero que sepas comer con la boca
cerrada.
-
Mike: ¿Por qué no puedes ni verme?
-
Abby: Verte o no verte me trae al fresco, es lo que representas.
-
Mike: Odias la verdad.
-
Abby: Tu aberrante percepción de los hombres y las mujeres no es la
realidad.
-
Mike: Pero tu supernovio imaginario sí lo es.
-
Abby: Para tu información casualmente lo he conocido.
-
Mike: Pues espero que sea real esta vez, porque si no sería penoso…
-
Abby: Pues es real… muy real… además de increíblemente guapo, moralmente
cuerdo… ¡Es cirujano ortopédico!
-
Mike: Ya sabes lo que eso implica…
-
Abby: ¿Qué?
-
Mike: Que metió el dedo en el culo a un muerto en la facultad.
-
Abby: Eres repugnante.
-
Mike: ¿Y qué? ¿Ya sales con culo prieto?
- Abby: Aún no, nos lo tomamos con calma, queremos conocernos… ¿Por qué te
estoy yo hablando de esto?
-
Mike: Vamos, que aún no te ha invitado a salir.
Abby coge la
tarjeta que le dio Colin, el cirujano ortopédico, y teclea su nº en el
teléfono.
-
Mike: ¿Pero qué haces?
Ella se pone a
hablar, pese a que Mike le dice que no lo haga. Como no hace caso, decide coger
otro teléfono para escuchar la conversación e ir dándole indicaciones a Abby.
- Abby: Te llamo para decirte que me gustó mucho conocerte anoche. Y he
pensado que podíamos cenar juntos un día de estos. Han abierto un nuevo bistró
francés y han inaugurado una exposición que ha recibido unas críticas
buenísimas, así que podríamos ir el viernes.
-
Abby: ¿Pero qué puñetas haces?
-
Mike: Salvarte, te estaba dando largas.
-
Abby (indignada):¡ No me estaba dando largas!
-
Mike: Ahora esperará que le llames, y como no lo harás te llamará él.
-
Abby: ¿Cómo lo sabes?
- Mike: Porque sé cómo respiran los hombres. Si quieres que te vaya bien
con ese tío tienes que escucharme y hacer sólo lo que yo te diga. Ya habrás
causado daños irreparables con tu psicótico obsesiva llamada de obsesa del
control. Quizá no sea demasiado tarde, y aunque logres salir del paso puede que
no seas más que Abby, su vecina desesperada.
-
Abby: No estoy desesperada…¿He sonado desesperada?
-
Mike: ¿No te oyes? Me preguntas desesperada si has sonado desesperada…
Suena el teléfono
y los dos se abalanzan sobre él, sin cogerlo.
-
Mike: Aunque no vas a admitirlo, tú sabes que yo sé lo que me digo. Tú
decides…
-
Abby (dudando): ¡Vale! ¿qué hago?
-
Mike: Tú coge el teléfono y dí hola Drak ¡Hazlo!.
-
Abby: Hola Drak. (Colin se identifica y le pregunta quién es Drak. Mike
le dice lo que tiene que decir). Es uno con el que a veces salgo, pero no es
nada serio. (Mike le vuelve a indicar). Espera un segundo.
- Mike: Ahora hazle esperar. Si sigue esperando después de 30 segundos
puede que tengas posibilidades.
-
Abby: Más vale que tengas razón…
-
Mike: Si me das más tiempo convierto a ese en tu perrita.
-
Abby: No quiero una perrita, Colin nunca sería una perrita (soñadora). Es
un hombre equilibrado, capaz de sentir emociones maduras y profundo y duradero
amor, cosas de las que tú no entiendes ni papa.
-
Mike: Tal vez no, pero entiendo mucho de lujuria, seducción y
manipulación, cosas de las que tú ni papa. Hagamos un trato: si haces todo lo
que yo te diga y te ligas a ese tío dejas de darme la brasa y trabajas conmigo.
Sabes tan bien como yo que podemos llevar el programa a la cima.
-
Abby: Y si no funciona ¿qué saco yo?
-
Mike: Mi renuncia.
-
Abby (sorprendida): ¿De verdad tienes tanta confianza?
-
Mike (asistiendo): Ya van más de 30 segundos…
-
Abby: Vale, hecho ¿y ahora qué?
-
Mike (colgando el teléfono): Esto siempre causa impresión. Y ahora en
marcha, tenemos cosas que hacer.
-
Abby: ¿Pero qué pasa con…?
-
Mike: Dentro de 5 segundos te llama, vamos.
-
Abby: ¿Qué eres, Nostradamus?
En ese momento suena el
teléfono y Abby se queda boquiabierta. “Flipante”, dice, mientras Mike ríe
jocoso. Se van a tomar algo a un café.
-
Mike: En primer lugar nada de críticas.
-
Abby: ¿Aunque sean constructivas?
- Mike: Jamás, los hombres son incapaces de madurar, cambiar o progresar.
Para todos la superación personal termina con el orinal. Regla nº 2: ríe por
todo lo que te digan.
-
Abby: ¿Y si lo que te dicen no tiene gracia?
-
Mike: Es lo mismo. Una risa falsa es como un falso orgasmo.
-
Abby: ¿Un falso orgasmo es bueno?
-
Mike: No, pero un falso orgasmo es mejor que ningún orgasmo.
-
Abby: Un falso orgasmo es ningún orgasmo.
-
Mike: Sólo para ti, no eres la única persona en la cama, no seamos
egoístas.
Abby exhibe la más
encantadora de sus sonrisas.
-
Mike: Esa ha sido perfecta ¿real o falsa?
-
Abby (insinuante y maliciosa): Nunca lo sabrás.
Mike se lleva a
Abby a comprar ropa.
-
Mike: Regla nº 3, los hombres somos visuales (le echa un vistazo). Vas a
cambiar de look.
-
Abby: ¿Qué le pasa a mi look?
-
Mike: Abby, eres una mujer muy atractiva pero totalmente inaccesible.
Irradias comodidad y eficiencia.
-
Abby: ¿Esas dos cosas son malas?
- Mike: Para nada, pero nadie se las quiere follar (se acerca una
dependienta). Búsquenos un vestido de cocktail, vaqueros ajustados y un
sujetador para que los pechos de mi amiga digan “Hola…”
-
Abby (mirándose): ¿No dicen “hola” ahora?
- La dependienta: La verdad es que saludan de… pasada en lugar de saludar
abiertamente y con salero (les enseña uno negro transparente, muy sugerente)
-
Mike (haciendo como que se lo prueba a Abby): Esto sí que está bien. Las
peras aquí dentro dicen “métetelas en la boca”…
-
La dependienta (insinuante): Yo misma, toque, llevo uno igualito…
Abby le arranca
el sujetador de la mano a Mike, haciéndole daño. Después se prueba un vestido.
- Mike: El largo es muy importante. Tiene que ser lo bastante corto como
para enseñar el muslo pero no tan cortísimo que enseñes el “chichi”.
A continuación
miran vaqueros.
-
Mike: Lo importante es que se marque el culo (le mira a Abby el
trasero). ¡Andá! Si tienes la materia prima… Sólo necesitas la presentación
adecuada.
-
Abby (indignada): ¿Estás piropeando mi culo?
-
Mike: ¿Tienes que ser siempre tan vulgar? (y le da un sonoro azote).
Después van por la
calle, cargados de bolsas. Mike sigue con su clase.
-
Mike: Regla nº 4, nunca hables de tus problemas. Los hombres ni te
escuchan ni se interesan.
-
Abby: Algunos sí…
- Mike: No… Algunos fingen hacerlo. Preguntaros cómo estáis es decir en
clave varonil déjame que te la meta por el culo. ¡Ya! Sé que crees que Colin
está por encima de eso, pero créeme, si le gustas un pelín seguro que ha
pensado en todos y cada uno de tus orificios al menos unas… 10 veces.
-
Abby: ¿Cómo puedes dar por hecho que todos son tan perversos como tú?
-
Mike: No lo doy por hecho, lo sé. Espera, tenemos que hacer otra parada.
-
Abby: ¿Para?
-
Mike: Tenemos que ponerte extensiones (dice tirándole de la cola de
caballo). A los hombres nos gusta agarrarnos a algo a parte del culo.
-
Abby: Mi pelo está bien, no le pasa nada a mi pelo.
-
Mike: Llevar coleta sugiere siempre que manejas maquinaria pesada o que
estás limpiando el cajón del gato. Ninguna de esas dos cosas provoca una
erección.
-
Abby: Pero ¿por qué habría de provocarle una erección? ¿por qué no se lo
curra él también?
-
Mike: Anda, calla.
(.../...)
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