miércoles, 22 de octubre de 2014

Jubilación

 
Hay una compañera de trabajo que se ha jubilado hace poco y que ya, desde el primer momento que la conocí, me llamó la atención. Yo llevo en este trabajo poco más de 2 meses y medio, por lo que apenas la he podido tratar, pero como fue su despacho el lugar en el que me hicieron esperar hasta que decidieron dónde debía ubicarme el día que llegué, fue de las primeras personas que conocí.
Nadie diría por su aspecto que estaba a punto de cumplir 65 años, pues su aire desenfadado y juvenil le hacía parecer por lo menos 10 años menor. Físicamente y en la voz me recordó mucho a Julia Caba Alba, la tía de los magníficos actores Gutiérrez Caba. Pizpireta, muy desenvuelta, decidida, con gran sentido del humor, sus ojos chispeaban detrás de sus gafitas, y me acogió en su pequeño despacho de jefa el poco tiempo que tardaron en llevarme al que me correspondía.
Y si por cómo tienes decorado el sitio donde trabajas se puede saber mucho de tu personalidad, en el caso de ella debía ser así 100%, alguien realmente peculiar. Un precioso ramo de flores frescas lucía en un gran jarrón sobre su mesa, grande, antigua y tallada con buena madera. Me la imaginé comprándolas cada día de camino al trabajo, para poderse dar el gusto de respirar su fragancia y recrearse en su belleza. Unas manoletinas que aparentaban ser de madera pero que luego, cuando las cogí a instancia suya porque le mencioné lo originales que me parecían, resultaron ser de hierro, hacían las veces de pisapapeles. Una máquina de escribir muy antigua reposaba sobre una pequeña mesa enfrente de la anterior. El despacho, aunque no muy grande y de forma irregular, me pareció  coqueto y acogedor.
En la copa que dio el último día de trabajo se la pudo ver, ya casi al final, afanándose, como una niña que está estrenando, en deshacer los paquetes para descubrir cuanto antes su contenido. Uno de ellos, de proporciones considerables, resultó ser una casa de muñecas, de color vainilla con el techo marrón oscuro. A cualquiera puede chocarle semejante regalo para una mujer de su edad, pero conociéndola no extraña nada, pues hasta su voz recuerda a una niña pequeña y traviesa.
Terminó subiéndose a una silla, para que todo el mundo pudiera verla, y pronunció un pequeño discurso. En él hizo un breve repaso de su vida laboral, desde que empezó a trabajar con 16 años, aunque hasta los 21 no entró en la Administración, pasando por la época en que, en el departamento de formación, estuvo dando clases, período que recordaba con mucho cariño, pues esa debía ser su vocación secreta, la de profesora. Y se le notaba que estaba acostumbrada a hablar en público, porque lo hacía con mucha naturalidad y hablaba muy bien. Luego agradeció la asistencia a todos, agrupándonos según su grado de cercanía y colaboración con ella. Para todos tuvo buenas palabras.
Consiguió contener las lágrimas, aunque tenía los ojos empañados por la emoción, y en general se la veía contenta de empezar una nueva vida, ya un poco cansada de tantos años de trabajo, aunque con su energía y vitalidad no sería extraño que cualquier otra empresa que iniciara la llevara a cabo con igual entusiasmo que todo lo que ha hecho anteriormente, porque tiene cuerda para rato. Se nota que es una persona que ha disfrutado intensamente de cada minuto de su vida, y me imagino que así seguirá en adelante. En la gran tarjeta en la que todos le pusimos una dedicatoria le escribí que aunque apenas nos conocíamos le deseaba lo mejor en esa nueva etapa de su vida que iba a comenzar. Y así será.
 


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