lunes, 18 de enero de 2010

Assassins creed






El mundo de los videojuegos no deja de sorprenderme. El último que ha conseguido mi hijo, regalo de Reyes, tiene como protagonista a un guerrero del Renacimiento, con su resplandeciente armadura, una vistosa capa que le cubre medio lado de la espalda y toda clase de armas de las que se usaban en la época, y que puede seleccionar apretando el botón adecuado: espadas y cuchillos de todos los tamaños, varios modelos de arcos y flechas, y otros objetos arrojadizos e igualmente peligrosos.
Miguel Ángel me dice que no es un caballero aunque esté armado y tenga la apariencia de tal, es un asesino que debe cumplir una venganza por alguna tropelía cometida contra su familia mucho tiempo atrás, y ello le obliga a pasar por diversas pruebas para conseguir determinados “trofeos”, eliminando en el proceso a todo el que se ponga en su camino. Los efectos visuales y sonoros, espectaculares, hacen muy creíble la historia.
Constantemente es perseguido por guardias y soldados que, aunque le atacan en gran número, le hacen daño sólo de vez en cuando, o quizá sea mi hijo que tiene una gran pericia en el manejo de los mandos y consigue zafarse de sus asaltantes.
La acción transcurre en Venecia (magníficamente recreado cómo debía ser el ambiente de la ciudad en aquella época), Florencia, La Toscana, una villa romana y uno o dos lugares más. Se puede ver a la gente yendo de aquí para allá, cada uno con sus ocupaciones y según su oficio. Los detalles están cuidados al máximo, tanto la ornamentación del vestuario como de la arquitectura, las costumbres, etc. Se permiten palabras sueltas en italiano y alguna que otra frase en latín.
Miguel Ángel no se conforma con hacer que su protagonista corra por las calles cada vez que huye o se dirige a un determinado lugar. Lo hace trepar por las fachadas de los edificios (estéticamente perfectos todos) como si fuera un Spiderman renacentista y encaramarse a los tejados, saltando de unos a otros con gran destreza. Desde allí, y cuando está en Venecia, se pueden contemplar unas vistas magníficas de la ciudad y del mar que, junto con el cielo, reflejan en todo momento la hora del día que sea, si está nublado, tormentoso o soleado, en fin, se recrea el ambiente y el momento de una forma muy real.
Las góndolas se pasean por los canales y la zona costera. A veces el asesino se ve obligado a tirarse a ellos tratando de evitar a sus acosadores. También, para camuflarse, se mete en medio de un grupo de prostitutas de la época, muy bien vestidas, que se contonean yendo de un lado para otro detrás de un señor que las custodia y que lleva un hacha enorme de las usadas para las decapitaciones. En ocasiones ellas se le insinúan, pero son intocables, no se les puede hacer daño.
Si se topa con algún juglar que está cantando y tocando su instrumento, éste lo deja caer al suelo y sale corriendo despavorido.
Visita al armero, y también nada menos que a Maquiavelo y a un Leonardo Da Vinci joven en su casa, al que pide nuevos inventos para conseguir ser más peligroso, y también claves para seguir avanzando en el juego. Cuantas más descubra y más pruebas logre superar, se podrá mover por más zonas de las distintas ciudades hasta conseguir el trofeo final. Mientras tanto, esas zonas le están vedadas, y cuando se acerca a ellas una especie de muro gaseoso blanquecino se va alzando frente a él para indicarle que no puede seguir por ahí.
Incluso en los videojuegos podemos encontrar palabras cuyo significado nos era desconocido, porque son de uso poco frecuente. Son palabras casi rebuscadas, destinadas quizá a elevar un poco el nivel de este tipo de productos, dándoles un aire cultural. Y aquí sucede cuando aparece una persona a la que llaman el “dogo”, que yo hasta entonces creía que era únicamente una raza de perro, la verdad, pero por lo visto era la máxima autoridad en Venecia, una especie de duque.
Hay ciertas partes de este videojuego que no me gustan, pequeños incisos en los que se establecen diálogos entre ciertos personajes que son diría yo retorcidos, cuando no inmorales, y que están fuera de lugar. Ya el hecho de que un producto de entretenimiento haga que te tengas que poner en la piel de un asesino, aunque sea en el Renacimiento, es bastante fuerte, aunque yo lo miro desde un punto de vista estético, porque es bello de ver, e incluso de reconstrucción histórica. Los juegos que se fabrican para Play Station 3 la verdad es que son muy espectaculares.
Casi todos los videojuegos que les gustan a los chicos contienen monólogos o diálogos tendenciosos. Miguel Ángel tiene uno, Call of Duty 2, que transcurre en medio de una supuesta guerra entre EEUU y Rusia. Todo el tiempo se habla mal de los rusos y se hace quedar a los norteamericanos como víctimas de sus desmanes. Es como volver a cosas sucedidas hace 65 años, que son lamentables y que se supone que están superadas, a la guerra fría. Es una auténtica propaganda política destinada a lavar el cerebro de los adolescentes. Me parece increíble.
Yo nunca juego con nada de lo que tienen mis hijos, los videojuegos me aturden en general, pero me gusta observar cómo funcionan. Siempre descubres en ellos algo sorprendente.

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