martes, 10 de agosto de 2010

En el vientre materno

El otro día veía en televisión un reportaje fantástico sobre la vida en el seno materno. La cámara se metía en el interior del vientre de varias mujeres embarazadas y se podía ver en primer plano, con el mismo realismo que si estuviéramos allí dentro nosotros, cómo iban evolucionando los bebés.

Hasta ese momento desconocía que el no nato no empezaba a escuchar sonidos hasta mediados del 2º trimestre, cuando sus oídos están ya formados. Oye el ruido del líquido amniótico a su alrededor y los latidos del corazón de la madre. También los que provienen del exterior, música y voces altas, pero como un eco lejano.

En este período comienza a abrir los ojos y ya es capaz de atisbar en la oscuridad todo lo que tenga a su alrededor. Si se coloca una luz potente sobre el vientre de la madre, ésta atraviesa la cavidad abdominal y el bebé se lleva las manos a los ojos para protegerse. También empieza a abrir la boca y a tragar líquido amniótico.

El reportaje se centraba sobre todo en los embarazos múltiples. Es increíble ver cómo van desarrollándose los fetos. Los mellizos, que están en bolsas diferentes, se tocan entre sí a través de las finas paredes de éstas, y a veces se colocan en posición inversa uno respecto al otro: donde uno tiene la cabeza el otro tiene los pies, y viceversa. Siempre hay uno que es más inquieto que el otro, y como se mueve más suele darle patadas. El receptor de los golpes se protege llevándose la mano a la cabeza y alejándose del hermano, apoyando la cara en el lado contrario sobre la placenta, como buscando refugio y protección. Se ha comprobado que cuando estos niños nacen y van creciendo, repiten estas pautas de comportamiento. Se estudió el caso de unos mellizos que, cuando uno de ellos agredía al otro, éste se iba a su cuarto y apoyaba la cabeza en la almohada de su cama, tal y como hacía cuando aún no había nacido.

Los no natos es frecuente que jueguen, tocándose entre sí con sus manos a través de sus respectivas placentas. Es como un juego a ciegas, en el que aprenden a reconocerse y se transmiten calor, compañía y afecto. Se ha demostrado que, en los partos múltiples, cuando se colocan a todos los bebés en la misma incubadora, evolucionan mejor y más de prisa que cuando se ponen por separado. Incluso se ha comprobado en bastantes ocasiones que si al nacer uno de ellos goza de peor salud, el otro parece intuirlo y le echa un brazo por encima o le toca con una mano para que sienta su calor y sepa que está acompañado. Los resultados son espectaculares.

Es corriente, en el caso de los mellizos, que un bebé nazca con menos peso y más débil que el otro, debido a que su bolsa no es tan buena como la otra, absorbe menos nutrientes. Estas diferencias físicas suelen mantenerse a lo largo de toda su vida.

Esto también puede ocurrir cuando los nutrientes llegan peor por un cordón umbilical que por otro, debido a la presión que el peso de un bebé ejerce sobre el otro en los embarazos múltiples, hasta el punto de que si no se corrige con cirugía el bebé afectado podría morir.

En el caso de los gemelos, existen los llamados “gemelos espejo” que se dan cuando la división celular se produjo tarde, en la 9ª semana de gestación, y sus órganos están cambiados uno respecto al otro: si uno tiene el corazón a la izquierda, el otro lo tiene a la derecha, si uno es diestro el otro es zurdo, y así sucesivamente. Normalmente si en las dos primeras semanas de gestación no ha habido división de óvulos, ya no se producirá, habrá un solo bebé.

También existe el llamado “gemelo evanescente”, que es aquel que a partir de un determinado momento, en el primer trimestre de la gestación, deja de desarrollarse y comienza a reducir su tamaño, hasta que es reabsorbido. En una ecografía se aprecia una pequeña protuberancia carnosa allí donde estuvo, y en el caso de mellizos, se ve una placenta vacía. En los embarazos gemelares se da hasta en un 50% de casos, y en el de mellizos un 21%. Muchas veces el otro bebé desaparece tan pronto que nunca se llega a saber que ha estado allí. En el caso de los zurdos, es muy posible que hayan tenido un gemelo evanescente y diestro de cuya existencia nunca han tenido conocimiento.

Los bebés no siempre corresponden al mismo coito, puede que uno de ellos haya sido fecundado en otro posterior, por lo que podría ser de diferente padre.
En un embarazo de trillizos, dos bebés pueden estar en una bolsa y otro en otra independiente. Es increíble ver cómo juegan entre ellos, tocándose con los pies y las manos, y poniendo sus manos en sus propios cordones umbilicales. Cuando varios bebés comparten el seno materno su estimulación sensorial es mayor que cuando es uno solo.

Los embarazos gemelares son más frecuentes al inicio y al final de la vida reproductiva de la mujer, porque sus óvulos están más débiles y se dividen con más facilidad.

En el reportaje se veía una cesárea de trillizos y otra de cuatrillizos. Era alucinante cómo el médico hace la incisión en el vientre de las parturientas y va extrayendo los bebés uno a uno. Con la cámara metida en el interior se ve perfectamente cómo las manos enguantadas del doctor tantean los cuerpos y los va sacando. Da casi pena cómo se termina la paz de la que gozaban los niños hasta ese momento.

La verdad es que el campo de la reproducción humana y la vida dentro del seno materno tienen muchas cosas por descubrir, algo que es tan corriente y sobre lo que sin embargo aún sabemos poco.

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