- Pongo a Dios por testigo que jamás volveré a pasar hambre. Declaración de intenciones que sigue a todo régimen finalizado de forma exabrupta. Es el reconocimiento solapado de una derrota, y contra uno mismo.
- ¿En qué podemos ayudarla María?. Da igual que les digas tu nombre cuando te lo preguntan, los teleoperadores sudamericanos te llaman así indefectiblemente. María es un nombre bonito, pero generalizado vulgariza y nos hace parecer a todas marujas.
- No hay problemo. Comprendo que Swarzeneger y su Terminator tuvieran tanto éxito en su día, pero emplear el curioso vocabulario que el androide utilizaba en la película resulta a estas alturas plomizo y un tanto ridículo.
- Houston, tenemos un problema. Está en la línea de la frase anterior, muy americano todo.
- Vamos a coger un taxis. Horror barriobajero que se escucha con más frecuencia de lo que sería deseable. Utilizar un plural en lugar del singular es la seña de identidad de la macarrería y la pueblerinez.
- He pillado un taxi. La gente pilla muchas cosas, en lugar de cogerlas: taxis, resfriados, objetos ajenos… Mucho lenguaje cheli.
- Llevaba razón. A cuánta gente he oído decir esto, y además lo repiten hasta la exasperación. La razón no se lleva, se tiene.
- Lo vamos a diferir a un momento posterior. Es la forma más engolada que he visto para aplazar un asunto que no nos apetece nada.
- Eso sino lo vamos viendo. Los gerundios tienen su puntito irritante, sobre todo porque en lugar de acción suelen indicar inacción.
- Hay que dejar sitio para el postre. Como si tuviéramos el estómago parcelado de las vacas. Una cursilada como otra cualquiera.
- Ponte derecha y sonríe. Frase que mi madre me repitió hasta la saciedad durante años, lo cual generó en mí una sonrisa petrificada permanente de la que se rió una profesora de mi instituto, pero no consiguió que desapareciera mi costumbre de encorvarme, mucho más cómoda y deformante. Recientemente he descubierto que a ella se lo decía mucho su madre. Son esos mantras que pasan de generación en generación, como las enfermedades genéticas.
- Ya te llamaré. Lo dice siempre la gente que luego jamás te llama nunca. Es decepcionante, y tan falso. Coletilla muy usada para quedar bien en las despedidas, pero después hace que estés a la altura del betún cuando no se lleva a la práctica. Cuidado con las palabras vanas, lo que se dice que se va a hacer y no se cumple. Un poco de pundonor.
- Bueno, bonito y barato. Se utiliza para referirse a alguien que vale un potosí. Lo tuve que escuchar hasta el aburrimiento referido a alguien que era todo menos eso. Es como si te quisieran vender una ganga, una cosa. Qué vulgar.
- Promociona al curso siguiente. Antes se decía que pasabas al siguiente curso. Lo de promocionar me suena muy yanqui, más universitario, aunque se tengan 6 años y se esté aún en el colegio. Es muy rimbombante, una pedantería docente que se estila ahora mucho.
- Qué váis a hacer cuando yo falte. Exclamación típica de los que se creen imprescindibles, sabiendo en lo más profundo de su ser que no es así, pues el que vale tanto y es tan necesario no tiene que hacer alarde para que se sepa. Amenaza sentimental que proviene de personas cargantes y con baja autoestima, sin las que precisamente se pueden hacer más cosas que cuando están. Moñería a tope.
- Yo soy el motor de mi casa. En la línea de la anterior, es típica de las que se creen el ombligo de su familia, tipas manipuladoras y tiránicas, que se creen dueñas y señoras de la vida de los demás.
- Si no fuera por mí… El autobombo de los acomplejados, no se lo creen ni ellos.
- Si ya me lo decía mi madre. Lo suele decir la mujer cuando se pelea con su pareja. Nunca sabremos qué es lo que decía su madre, pero parece que damos a entender con ello que advertidas estábamos, que nada nos pilla de sorpresa.
Luego hay unas pocas frases que sí me gustan:
- Eres tan bonita como una mañana de primavera. Sensibilidad y delicadeza a raudales. Yo que soy anti piropo, este me encanta.
- Y como no sabía que podía hacerlo, lo hizo. Nada es imposible. Maravilloso.
- Siga a ese coche. Bueno, esta la he oído tantas veces en las películas que me encantaría poder decirlo yo alguna vez. Aunque ahora que pienso resulta un poco inquietante, porque se supone que estás persiguiendo a alguien.
- Sabemos lo que estás haciendo. Es la frase total con la que los malos se sienten amenazados. Muy de cine negro, y para asuntos turbios en la vida real.
- Por cuánto tiempo Catilina abusarás de mi paciencia. La aprendí cuando estudiaba latín en el instituto y solía causarme risa, no sé por qué, aunque el que la pronunció se refería a un asunto muy serio. Es muy rotunda como llamada de atención sobre aquellos que están siempre tocando las narices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario