martes, 18 de marzo de 2014

Hoteles a examen


Cuando todo parece estar ya inventado en televisión, un nuevo programa se suma a la amplia oferta ofrecida con un tema que nunca pensé que podría dar pie a un espacio, y además tan interesante: Hoteles a examen. En él una experta hotelera, Alexandra Polizzi (Alex), visita establecimientos en Gran Bretaña que han solicitado previamente sus servicios por encontrarse en una delicada situación económica. Ella se encargará de asesorar a los dueños en todo aquello que vea que no funciona bien o que podría mejorarse, un poco como hace Chicote aquí con los restaurantes.

Y la verdad es que acude a lugares de todas clases. Uno de ellos, el más espectacular de todos los que he visto hasta ahora, fue una mansión señorial al sur de Devon, en medio de la campiña inglesa, un edificio vetusto regentado por un matrimonio mayor con poca visión para los negocios, ideas anticuadas y, eso sí, un gran amor por lo que hacen.

En su programa Alex suele pasearse seguida por la cámara, sin que estén presentes los propietarios, inspeccionando todos los rincones, y haciendo comentarios sarcásticos acerca de todo lo que ve, con muchas caras de asombro humorístico y "uf!". En esta ocasión hizo mofa de los adornos que la dueña había puesto por todas partes, pequeños cojines de raso con puntillas, algunos con forma de corazón, que seguramente había hecho ella misma. Se horrorizó por la cantidad de cosas de color rosa que había en el cuarto de baño de una de las habitaciones: las toallas, los complementos de aseo, la alfombrilla, etc. Las habitaciones eran espectaculares, grandes, con mucha luz por todas partes, y una decoración añeja pero elegante. Un poco recargadas quizá. Es un lujo decadente y con mucho encanto.

Alex les hacía recomendaciones que sus anfitriones recibían con reticencias. La habían llamado para que los ayudara pero luego no estaban dispuestos a hacer grandes cambios. Tenían unas ideas muy rígidas sobre cómo hacer las cosas, las habían puesto en práctica desde hacía muchos años y quizá también por su edad les costaba renunciar a ellas e introducir innovaciones. La experta, después de pasar la noche allí, como suele hacer en cada lugar que visita, les dijo que una habitación que costaba 273 € la noche tenía que demostrar que lo valía. Pero no se atrevió a hacer muchas modificaciones, sólo cambió unos almohadones por otros más modernos y elegantes, y puso una tapicería diferente en los sillones. Quitó figuritas, los pequeños cojines y otros adornos anticuados y los sustituyó por otros más actuales. En el baño dijo que lo mejor eran las toallas blancas porque transmitían sensación de limpieza.

Otro paso fue modificar su página web, cambiando la fotografía con las vistas del hotel, pues era tan mala que casi le hacía parecer una fábrica, quitando otra en la que aparecía el matrimonio con su perro (deseaban que apareciera por ser un miembro más de la familia), y arreglando los fallos de las reservas on line que no funcionaban. Por último, hizo venir a gente de negocios y críticos hoteleros para que los propietarios les dieran una charla informativa y les enseñaran las instalaciones, jornada de puertas abiertas lo llamó Alex. Les dio algunas instrucciones, y el matrimonio preparó unas presentaciones con diapositivas y dieron una extensísima explicación sobre la historia del lugar, con pocos datos prácticos, que aburrió a todo el mundo. La experta estaba horrorizada, y así se lo hizo saber. Ellos prometieron hacerlo mejor la próxima vez. En cambio la comida que ofrecieron a continuación, bien servida y exquisita, así como su conversación, fueron un éxito.

En otro capítulo Alex llegaba a un lugar bien diferente, un hotel más convencional regentado por un matrimonio cuarentón. Él iba vestido como un rocker, e imitaba con poco acierto a Elvis Presley, muy hortera, no pegaba nada con la imagen del lugar. Él era el cocinero. Preparaba unos platos abundantes y grasientos que asquearon a Alex. En la carta tenía demasiadas propuestas, de todas partes del mundo, por lo que gastaba mucho en materia prima. La experta le dijo que redujera la carta, y para saber qué platos casi no se consumían le hizo anotar durante un mes el nº de veces que los pedían. El propietario era muy reacio a hacer cambios, aún sabiendo que la mayor parte de sus pérdidas venían del gasto de la cocina. Presumía de ser generoso y de gustarle mucho su trabajo. Dijo que ella no entendía de comida, y que por eso estaba tan flacucha. Él, al igual que su mujer, eran obesos. Las habitaciones gustaron a Alex, y valoró mucho que tuvieran Wifi gratis. Sólo les faltaba crearse una página web para anunciarse. Les reformó el comedor, dándole un aire más moderno, con muchos estores blancos, muebles de maderas robustas y adornos florales.

El último episodio que vi fue el más escabroso. Se trataba de un hotel de muy bajo coste que había tenido incluso críticas terribles de usuarios en Internet. Alex pudo comprobar por qué: las duchas estaban llenas de pelos y moho, y el comedor no se limpiaba con frecuencia. Se negó a pasar la noche allí y a desayunar, como es su costumbre. El dueño le echaba la culpa a los demás de todo, al personal de limpieza por no cumplir con su trabajo, a los clientes porque eran obreros y ensuciaban mucho, etc. El personal contratado se quejaba en cambio de no recibir instrucciones, de que él no se ocupaba de nada. Tardó en seguir las instrucciones de la experta, era muy soberbio e iracundo. En cierto momento Alex se puso ella misma, ante la inercia del dueño, a meter en grandes bolsas los trastos que estaban acumulados para tirar a la basura, porque casi no dejaban sitio en la lavandería. El patio ajardinado también fue limpiado de malas hierbas y objetos inservibles. Les reformó el comedor y procuró poner un menú que atrajera a un público más extenso, estudiantes, oficinistas, etc.

Me gusta este programa, porque te enseña todo tipo de ambientes, y me hace gracia los toques que Alex le da a todo y los comentarios que hace, además de la paciencia que tiene, yo no lo aguantaría. Lo encuentro muy original. Me gusta también la decoración de interiores y las localizaciones. Inglaterra está lleno de sitios con mucho encanto.

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