Activa, vibrante,
interesada por la vida y ¡relevante! Así dice Jane Fonda que hay que estar
cuando se alcanza esa edad en la que intentan 'jubilarte'... y no solo
profesionalmente. Ella predica con el ejemplo. Y a los 76 no solo vuelve al
cine, sino que está empeñada en exprimir hasta la última gota de su apasionante
vida.
La
incombustible Jane Fonda, que vuelve al cine a sus 76 años.
No es fácil exprimir
tanto una sola vida. Hija de un mito; modelo en sus años mozos; actriz
oscarizada por duplicado; gurú con calentadores; activista política; feminista
militante; esposa de un director, de un activista, de un magnate... Jane Fonda
lo ha sido todo; también, una figura controvertida. En 1972 posó para una
foto que ha marcado su vida. La imagen de la actriz sentada en una batería
antiaérea en Hanói durante la guerra de Vietnam enfureció a gran parte de la
sociedad estadounidense. Aunque ha pedido perdón mil veces, Fonda sigue
coleccionando enemigos acérrimos entre las filas conservadoras. Pero ya no le
importa.
En 1991, y después de
protagonizar cintas clásicas como El regreso, Klute, En el estanque dorado o
Descalzos en el parque, anunció su retirada del cine. Le costó quince años
reconciliarse con Hollywood. Ahora, Jane Fonda vuelve a la gran pantalla con Ahí
os quedáis (estreno: 3 de octubre), una comedia sobre una familia que, al morir
el patriarca, tiene que cumplir con la tradición judía de pasar siete días y
siete noches bajo el mismo techo. «Jane me llamó y me dijo que quería
hacer la audición para el papel. Yo le dije: '¡No hace falta! Sé que eres
maravillosa'. Nadie pasa por un casting cuando es tan famoso. Pero ella quería
hacerlo. Llegó con humildad y modestia; llegó hambrienta. Y lo clavó. Fue
increíble», explica entusiasmado el director de la cinta, Shawn Levy.
Efectivamente, Fonda
es un icono, pero no ejerce como tal. Vestida con un traje negro, una camisa
blanca y unos zapatos planos, no exhibe esa aura inalcanzable de los mitos como
ella. Al contrario. Le gusta hablar, recordar, opinar... Eso sí, sin rastro de
melancolía.
XL Semanal. No es
habitual que una estrella de su talla haga un casting, pero usted lo hizo.
¿Tanto deseaba el papel?
Jane Fonda. ¡No soy ninguna diva!
[risas]. Deseaba este papel porque es muy divertido y quería demostrar que era
la persona adecuada. Como mi personaje, yo también tiendo a hablar en exceso y
a compartir demasiados detalles de mi vida privada... Y mis hijos se enfadan
conmigo. Últimamente, trato de ser más precavida [risas].
XL. Y como a ella,
también le gusta hablar sin tapujos de sexo...
J.F. Sí, lo hago porque
creo que hablar de ello puede ayudar a muchas mujeres. Y también a algunos
hombres. Yo tengo un amante mayor y conozco cuáles son los retos. Por eso, me
gusta interpretar a una mujer mayor que aún piensa en el tamaño del pene de su
marido [risas].
XL. Estuvo alejada de
Hollywood durante quince años. ¿Lo echó de menos?
J.F. En absoluto. Me fui
porque me sentía muy infeliz. Y encuentro dificilísimo actuar cuando soy
desdichada. Luego viví durante diez años con Ted Turner y estuve casi cinco
escribiendo mis memorias. Cuando terminé, era una persona diferente. Y sabía
que tenía que volver a hacer películas y que sería capaz de hallar de nuevo la
felicidad en esta profesión.
XL. ¿Hay algo sobre
este negocio que haya aprendido demasiado tarde?
J.F. Sí, y es algo que me
enseñó Katharine Hepburn. Cuando era joven, no me preocupaba en absoluto mi
imagen. Hacía y decía lo que quería en cada momento. Eso enfadaba mucho a
Katharine, que siempre tenía una presencia impecable. Pensé mucho en eso. Por
eso cuando volví a la industria, a los 65 años, lo hice con un sentido de mí
misma mucho más desarrollado. Ahora soy más consciente de mi propia imagen.
Pero, al mismo tiempo, sé que si hubiera sido así en aquella época, no hubiera
hecho ninguna de las cosas que hice entonces. Creo que habría tenido...
demasiado miedo.
XL. Es usted un icono
feminista. La mayoría de las actrices jóvenes evitan colgarse esa etiqueta.
¿Entiende la nueva generación lo que significa el feminismo?
J.F. Creo que no. Hubo una
época, cuando tenía 30 años, en la que yo también pensaba que el movimiento
feminista era antihombres. Y es un error. Ser feminista tiene que ver con
aceptar tu fuerza, pero también tus debilidades. Y ser capaz de expresarlo
todo. A los hombres se les tiene que permitir ser vulnerables y a las mujeres,
tener una voz propia.
XL. Han pasado 46 años
desde Barbarella y, aunque la tendencia está cambiando poco a poco, sigue
habiendo muy pocas heroínas de acción en Hollywood...
J.F. Existe esa estúpida
creencia de que una película con una protagonista femenina no funciona en la
taquilla. Necesitamos terminar con ese viejo club de chicos que maneja
Hollywood. Mujeres como Angelina [Jolie] o Scarlett [Johansson] pueden hacerlo.
Yo tengo una fantasía: que vuelvo a ser Barbarella otra vez y estoy acompañada
por un ejército de mujeres [risas].
XL. ¿Le preocupa que
esta nueva generación también sea más tímida a la hora de hablar de política?
J.F. Siempre he pensado que
es importante interesarse por lo que ocurre en el mundo. Al final de nuestras
vidas, todos queremos sentir que hemos marcado la diferencia de alguna manera,
sea por la forma en la que has educado a tus hijos o por tu implicación con tu
comunidad, tu país o con el mundo. Si eres famoso, tu voz tiene más resonancia
y, por eso, tienes que ser más responsable. No estás obligado a usarla, pero
hacerlo te convierte en un ser humano más completo.
XL. ¿Y en qué le gusta
pensar que ha marcado usted la diferencia?
J.F. No sabes cuántas
mujeres me paran por la calle y me dicen: «Empecé a ir a las manifestaciones
gracias a ti». Que yo alzara la voz durante la guerra de Vietnam tuvo un gran
impacto en muchas mujeres. Luego está el fitness. «Empecé a hacer deporte
gracias a ti», suelen decirme. Y eso es maravilloso porque, cuando yo empecé,
¡las mujeres no podían sudar! Los gimnasios eran solo para hombres.
XL. ¿Cuál es su
cruzada ahora?
J.F. Ahora estoy tratando
de demostrar que con 76 años todavía se puede ser una mujer sana, vital,
vibrante, interesada por la vida y... ¡relevante!
XL. ¿Qué es lo que más
le preocupa de lo que ve en los telediarios?
J.F. Las noticias me hacen
llorar, sobre todo cuando las víctimas son niños o animales. ¡Y lo que le
estamos haciendo al planeta! Si solo fuera por mí... ¡pero tengo nietos! Las
noticias me ponen triste y me asustan.
XL. En los setenta
llegó a definirse como socialista...
J.F. [Me interrumpe]. No,
no soy socialista. Nunca he sido ninguna 'ista'...
XL. Iba a decirle que
esa es una palabra prácticamente prohibida en la política estadounidense...
J.F. Bueno, es que los
Estados Unidos se fundaron sobre un fuerte sentido del individualismo. Y hubo
un momento en nuestra historia en el que eso era más cierto que ahora: podías
empezar desde abajo e ir escalando con tu propio esfuerzo, pero ya no es así.
Y, aun así, sigue formando parte de nuestro mito. No es un mito saludable para
una sociedad. Hay que trabajar juntos, dejarse de 'yo' y 'mí' y funcionar como
'nosotros'. O sobrevivimos como 'nosotros' o no sobreviviremos en absoluto.
XL. ¿Le gustaría que
Hillary Clinton llegara a la Casa Blanca?
J.F. Si Hillary decide
presentarse, la apoyaría.
XL. ¿Públicamente?
J.F. No creo que ella me
lo pida...
XL. ¿Y eso por qué?
J.F. Porque sigo siendo
demasiado controvertida.
XL. Se ha definido
como una mujer valiente «capaz de enfrentarse a gobiernos, pero no a los
hombres». ¿Por qué?
J.F. Yo adoraba a mi padre,
pero nunca supe si él me quería a mí. Nunca estuve segura de eso. Y eso no
desaparece cuando te haces mayor. Tiendes a arrastrarlo en todas tus relaciones
con los hombres. Me costó mucho curarme esa herida.
XL. Ha tenido una vida
poco convencional. ¿Alguna vez echó de menos una existencia más mundana?
J.F. Si hubiera sido un ama
de casa, creo que hubiese necesitado muchos tranquilizantes [risas]. ¡Y muchos
martinis! No creo que hubiese sido feliz. Siempre he sido aventurera, una
renegada.
XL. ¿Por qué se
considera una renegada?
J.F. Bueno, crecí en las
montañas de Santa Mónica mirando al gran horizonte del océano Pacífico. Creo
que también tiene que ver con las películas de mi padre y los personajes que
interpretó. Él hizo aquellas películas, yo las vi y por eso quise luchar. Mi
padre me influyó muchísimo.
XL. ¿Cuál es el recuerdo
más bonito que conserva de él?
En el estanque Dorado |
J.F. Rodar con él En el
estanque dorado fue precioso. También recuerdo cómo íbamos a pescar juntos
cuando yo era pequeña.
XL. Dice que el tercer
acto de su vida es para usted el inicio. ¿Por qué?
J.F. El gran poeta T. S. Eliot
escribió: «Tienes toda una vida para explorar y después de esa exploración
vuelves adonde empezaste. Y lo sabes por primera vez». Yo siento que he vuelto
a ser quien era antes de ser una adolescente. Era valiente, fuerte, un poco
chicote... Y lo perdí todo.
XL. ¿Por qué?
J.F. Les pasa a muchas
adolescentes... Tu voz se entierra, quieres ser una buena chica. Recuerdo que
Elia Kazan me preguntó una vez: «¿Eres ambiciosa?». Y yo le dije: «¡No!».
Porque una buena chica no debía serlo... Además, si no tenía un hombre a mi
lado, no era nadie. Me ha costado mucho tiempo y trabajo volver a ser quien
era.
XL. De hecho, acaba de
escribir un libro sobre la adolescencia.
J.F. Sí, lo escribí porque
mi adolescencia fue horrible. No tuve a nadie con quien hablar.
XL. Dice que padecía
la enfermedad de 'tratar de complacer a todo el mundo'. ¿Ya se ha curado?
J.F. Sí, ya no siento esa
necesidad. Y ahora, además, tengo mucha más confianza en mí misma. Si pasa algo
malo, pienso: «Ya he estado en esa situación. Y sobreviví». Sabes que puedes
sobrevivir otra vez. Ser joven es mucho más difícil que ser viejo.
Privadísimo
1. Cuando tenía 12
años, su madre Frances Ford Seymour se suicidó mientras recibía tratamiento
psiquiátrico. A ella le contaron que había muerto de un infarto. La actriz
descubrió la verdad ojeando una revista meses más tarde.
2. Sufrió bulimia
desde los 13 hasta los 37 años y ha confesado que, en sus años de modelo,
sobrevivió a base de tabaco, café, yogur de fresa y speed.
3. Desde hace cinco
años escribe un blog. «También tengo Twitter, ¡pero no lo utilizo para
decir que me voy a hacer la manicura!».
4. Fue intervenida
en 2010 después de habérsele diagnosticado un cáncer de mama. Ya está
completamente curada.
5. Hace una década se
convirtió al cristianismo. «Soy una feminista cristiana que estudia el
budismo [risas]. La fe me ha dado una guía para vivir la vida. Soy más
espiritual que religiosa».
(Entrevista publicada en el XL Semanal de 30/8/14)
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