Parece que los grandes hombres se
han puesto de acuerdo últimamente para ser noticia, y cuando digo grandes
hombres me refiero a personas que por su posición y su incidencia en la
economía del país han sido claves en nuestro desarrollo a lo largo del tiempo.
Primero la campanada de Pujol, al
que muchos considerábamos hace años un ejemplo de honestidad y dedicación al
trabajo. Hasta nos hacía gracia cuando veíamos a su mujer, tan diminuta y con
tanto carácter como él, tirándose con un paracaídas acompañada de un instructor
desde una avioneta. Qué original, pensábamos, qué atrevida, qué ocurrente.
Ahora sabemos hasta qué punto aquella imagen que daban era irreal, metidos hasta las orejas como estaban en turbios asuntos.
Lo mismo que la familia Ruiz
Mateos en su momento, cuando le creímos mártir y víctima de un gobierno
contrario a su ideología que sólo quería expoliarle. Con los años se demostró
que tampoco ninguno de ellos era trigo limpio, aunque es evidente que, como
en el caso de los Pujol, si el cabeza de familia es un tipo fraudulento, ese
será el ejemplo que seguirá su prole, aleccionada desde la más tierna infancia. El patriarca es el espejo en el que se
mira su descendencia.
Luego el
fallecimiento de Botín, que tan dispares reacciones ha provocado. Una persona
que ha estado durante tanto tiempo en el candelero de la actualidad económica,
manejando hilos, haciendo cosas oportunas y otras no tanto (es difícil acertar siempre), suscita opiniones para todos los gustos. La
versión oficial es la de gran hombre constructor de los cimientos económicos de
la nación, muy trabajador, muy constante, inteligente y gran negociador. La
versión no oficial lo tacha de implacable, avariento, con una ambición sin
límites. Mucha envidia despertó siempre que, como sabemos, es el deporte
nacional antes incluso que el fútbol. Un hombre que creó una institución de la
nada merece un respeto y cierta admiración, aunque luego podamos disentir de
algunas de sus decisiones. Hasta su forma de morir, mientras dormía, despierta
envidia, como diciendo que incluso en eso tuvo suerte. La suerte le ha acompañado en su último suspiro, pero lo que ha tenido el resto de su vida es otra cosa, es lo que uno se busca la mayor parte de las veces.
Un amigo de Facebook, que fue
compañero de colegio e instituto, es director de una sucursal de La Caixa, y
comentaba ocurrente en su muro que lamentaba su muerte, como la de cualquier otra
persona, pero no el hecho de que en los últimos 22 años le haya estado quitando
clientes desde su puesto de trabajo. Aunque como le dije, en realidad él
nunca se llegó a enterar. ¿O sí? porque con un hombre que controlaba tantas
cosas como Emilio Botín cualquier cosa puede ser.
Y ahora tenemos el fallecimiento
de Isidoro Álvarez, el de los ojos tristes y cansados, y enormes ojeras.
Ninguno de ellos eran tan mayores como para morir, será que el poder desgasta
mucho, o el enorme trabajo que tuvieron. El presidente de El Corte Inglés fue
un insigne ejemplo de ello, siempre dedicado a su empresa, heredada del
fundador, su tío el famoso Ramón Areces.
Fue un brillante continuador, alguien que se tomó el suficiente interés como
para desarrollar y expandir un emporio empresarial que es de los más
importantes del mundo. Hasta se dejaba caer por Zara para ver cómo presentaban
allí sus tiendas y llevarse alguna inspiración, pues últimamente había caído mucho
las ventas de la planta joven, que transformó de arriba abajo dándole un aire
más actual.
Cierto que El Corte Inglés se ha
visto afectado por la crisis como cualquier otro negocio. Una vecina del barrio, empleada allí, con una jubilación parcial a los 60 años, que le permite tener que ir sólo
unos pocos días al mes a trabajar, se quejaba de las muchas horas
extras que los nuevos tiempos han traído, con horarios comerciales
interminables. Antes se las pagaban, pero ahora se las recompensan con uno o
dos días libres mensuales a lo sumo. Además en los supermercados están sustituyendo a las
cajeras por máquinas, con lo que la reducción de puestos de trabajo es
creciente. Incluso una empresa como esta tiene que reducir costes.
Sin embargo yo sigo viendo a
Isidoro Álvarez, trabajador enorme que tuvo hijos a los que dejar su
imperio, con su cara agotada de toda una vida de esfuerzo, creando puestos de
trabajo ya desde épocas lejanas en el tiempo en las que la economía del país
estaba aún más depauperada que ahora. Otro sobrino, siguiendo la tradición
familiar, se hará con el mando. Veremos qué pasa.
A falta de los grandes hombres de la patria que siempre ha habido, tenemos ahora estos otros grandes hombres de la economía, con tanta influencia y poder o más que los primeros. Son los que manejan los hilos, y ya están siendo relevados por las nuevas generaciones. De qué serán capaces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario