No podemos permitir que la angustia nos quite las fuerzas y las energías que necesitamos para comenzar cada día.
Es a partir de ese lugar del dolor donde nuestra vida comienza a condicionarse, a limitarse.
Puedes cambiarlo pensando que lo mejor está por venir; que todas las cosas por las que has pasado te han ayudado para bien; que tienes dominio propio para sobreponerte al dolor y a las angustias; que nada ni nadie te robará las ganas de seguir soñando; que no importa lo que has pasado, sigues camino de la meta.
Las excusas y la queja sólo te inmovilizan en el mismo lugar de siempre.
No esquives ni ocultes la angustia, escúchala, exprésala, porque te está alertando de algo.
Cuando experimentamos emociones y sensaciones tóxicas, si no somos capaces de detenerlas a tiempo, éstas buscarán un camino para esconderse y alojarse en algún órgano de nuestro cuerpo hasta enfermarlo.
Camino para romper el círculo de la angustia:
- Expresarse.
- Aprender a administrar los recuerdos con sabiduría.
- Redescubrir nuestros aspectos desconocidos. A lo largo de la vida nos damos cuenta de que es en esos momentos de dolor y de angustia cuando aprendemos quiénes somos verdaderamente y cuál es nuestra esencia. A partir de ahí, de esas situaciones, marcaremos la diferencia.
- Cada dolor tiene un aprendizaje, y cada aprendizaje una oportunidad de penetrar en un mundo desconocido pero muchas veces asombroso. Beethoven escribió sus mayores genialidades musicales después de quedarse sordo.
- Las dificultades despiertan en nosotros el potencial que estaba dormido.
- Resulta sano ser conscientes de que hay muchos aspectos fuera de nuestra área de influencia. Lo que sí podemos hacer es mejorar nuestra predisposición y la apertura de nuestra mente.
(Del libro de Bernardo Stamateas)
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