domingo, 24 de abril de 2011

Elogio del amor


Alain Badiou, filósofo, fue entrevistado por otro filósofo, Nicolas Truong, en el marco de la serie Teatro de las ideas, que organiza con el Festival de Aviñón. Invitado para mantener un diálogo público sobre el amor hace casi 3 años, sus opiniones fueron recogidas en un libro, Elogio del amor, algunos de cuyos pasajes, que me han parecido especialmente interesantes, he querido citar aqui textualmente.

- El lado amoroso resulta necesario, pero no menos el de la obstinación. Aquello que cae ante el primer obstáculo (…) no es más que una desfiguración del amor. Un amor verdadero triunfa de forma duradera, a veces con dificultades, sobre los obstáculos que el lugar, el mundo y el tiempo puedan plantearle. El amor es una aventura obstinada.

- Conozco, como creo que casi todo el mundo, la fuerza y la insistencia del deseo sexual. (…) Sé también que el amor inscribe en su devenir la realización de este deseo. (…) El cumplimiento del deseo sexual funciona también como una de las raras pruebas materiales, absolutamente unida al cuerpo, de que el amor es algo más que una mera declaración. Una declaración del tipo “Te quiero” sella el acontecimiento del encuentro (…). Pero entregar el cuerpo, quitarse la ropa, estar desnudo(a) para el otro, llevar a cabo gestos eternos, renunciar a todo pudor, gritar… toda esta puesta en escena del cuerpo es la prueba del abandono físico que se da en el amor.

- El amor y la declaración de amor, con las terribles dificultades y diversas angustias que le acompañan. (…) Se trata de pronunciar una palabra cuyos efectos en la propia existencia pueden ser prácticamente infinitos. (…) Las palabras más simples se cargan de una intensidad casi insoportable. Declarar el amor es pasar del acontecimiento-encuentro al inicio de la construcción de una verdad. Es fijar el azar del encuentro bajo la forma de un comienzo. Y a menudo, lo que entonces comienza dura tanto tiempo y está tan cargado de novedad y de experiencia del mundo que, retrospectivamente, se muestra no como algo contingente y aventurado como al principio, sino prácticamente como una necesidad. Así queda fijado el azar: la absoluta eventualidad del encuentro con alguien a quien no se conocía acaba por adoptar la forma de un destino. La declaración de amor es, pues, el paso del azar al destino y por ello resulta tan peligrosa, tan llena de una especie de ansiedad espantosa. La declaración de amor, por otra parte, no tiene por qué hacerse forzosamente de una sola vez; puede ser larga, difusa, confusa, complicada, redeclarada, incluso vuelta a ser redeclarada.

- No niego en absoluto que el amor sea secuencial o, dicho de otro modo, que no se desarrolla por sí solo. Existen puntos, pruebas, tentaciones, nuevas apariciones y, en cada ocasión, hay que volver a hallar los términos de una nueva declaración. (…) Por esto mismo, el amor está también en el origen de ciertas crisis existenciales violentas, al igual que todo proceso de búsqueda de una verdad.

- El amor es un pensamiento y la relación entre este pensamiento y el cuerpo es absolutamente singular y siempre marcada, como decía Antoine Vitez, por una inevitable violencia. (…) Es muy cierto que el amor puede doblegar nuestro cuerpo y provocar inmensos tormentos. (…) No hay que olvidar (…) el gran número de amores que llevan al suicidio o al asesinato. En el teatro, el amor no es solamente el vodevil del sexo o de la inocente galantería; es también la tragedia, la renuncia, el furor. La relación entre el teatro y el amor es también la exploración del abismo que separa a los seres y la descripción de la fragilidad de este puente que el amor tiende entre dos soledades.

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