miércoles, 3 de agosto de 2011

El adelanto de las elecciones


A nadie sorprende el adelanto de las elecciones generales,  durante tanto tiempo pedido por unos y otros, aunque sea un hecho sin precedentes en la historia de nuestra democracia. Parece que los indignados se han salido con la suya, de tanto reclamar un cambio, aunque me temo que lo que ellos exigían era un giro más radical, un nuevo partido distinto a todos los existentes, o una nueva forma de regir los destinos del país que no se parezca a la que tenemos, y que ellos sabrán cuál es.

El momento que ha elegido el gobierno para anunciarlo, justo antes de las vacaciones, es como el que tira la piedra y luego sale corriendo antes de que nadie pueda regañarlo. Y escoger de entre los muchos días que tiene el año el día que lo han hecho para que tengan lugar es una maniobra infantil y marrullera más de las muchas a las que nos tienen acostumbrados el partido socialista.

Y es que el encumbramiento del PSOE en el poder, a lo largo de la historia de nuestra democracia, ha tenido lugar gracias a golpes de efecto y trucos de magia potagia como éste, una manipulación de las mentes a escala nacional que sería digna de más de un estudio sociológico.

Los que planifican las estrategias de este grupo político tuvieron un buen comienzo con el nunca olvidado Alfonso Guerra. Él fue el equivalente de Carrillo en el socialismo, un zorro cuco capaz de cualquier cosa con tal de conseguir sus propósitos, algo de lo que se beneficiaron unos cuantos miembros de su familia, en uno de los muchos escándalos que salpicaron la etapa en la que gobernó Felipe González, siempre en las nubes, lejos de los problemas de España, acudiendo a todo tipo de reuniones en el extranjero en las que gozaba codeándose con lo más granado del poder internacional (algo parecido a lo que le ocurrió a Aznar al final de su mandato, pero sin foto con sombrero vaquero al lado de Bush). Qué sería lo que González viera por ahí fuera cuando decidió poner un búnker en el chalet que se hizo construir tras su mandato.

Y es que España termina aburriendo hasta a los socialistas, que olvidan pronto al obrero, cuyo nombre escogieron para dar nombre a su partido por aquello de que queda muy bien tener una ideología próxima a la clase trabajadora, para luego olvidarse de él en cuanto los bolsillos estuvieron llenos.

Guerra lanzó una campaña electoral en la que divulgaba unos siniestros videos que pretendían emular los tiempos de la guerra civil, haciendo aparecer unos guardias con perros asesinos ladrando fieramente y persiguiendo a la gente. La voz del narrador repetía una serie de frases alusivas una y otra vez, en un auténtico lavado de cerebro. La consigna era que votar a la derecha suponía volver a ese tiempo. El electorado picó el anzuelo y así fue como Felipe González repitió mandato por 2ª vez contra todo pronóstico. En una reflexión razonable sobre el tema cualquiera puede llegar a la conclusión de que en una contienda bélica se producen todo tipo de situaciones terribles, protagonizadas por ambos bandos, porque precisamente en una guerra se pierden los valores morales y el racionalismo, todo vale con tal de alcanzar la victoria o de simplemente sobrevivir.

En el encumbramiento de Zapatero se aprovechó el tirón mediático de un episodio devastador para la sociedad española (siempre habrá un antes y un después de aquello), como fueron los atentados de Atocha, con el fin de desbancar al partido en el poder, que tenía todas las papeletas para seguir gobernando (en la balanza cabían más los aciertos que los errores), y el resultado electoral dio un giro inesperado en el último momento. Maniobra rastrera y deleznable donde las haya, de rifa de feria (el premio que se gana de forma dudosa), para terminar poniendo como presidente a un pelele, a una marioneta fácilmente manejable por las mentes pensantes en la sombra del partido, una persona vacía de contenidos auténticos y carente de inteligencia y pragmatismo. Tan sólo sacó a relucir como algo un poco más llamativo su absoluta fobia al régimen franquista, haciendo alusiones a lo ocurrido en el pasado a algún miembro de su familia (toda la vida mirando atrás, difícilmente se progresa así). Y su desprecio por los yanquis, muy en sintonía con la ideología de izquierda (más bien comunista), que le ha llevado en muchas ocasiones, mientras Bush era presidente, a protagonizar contínuos desaires que podrían haber originado un conflicto diplomático. No se trata de darle palmaditas en la espalda a los americanos, pero tampoco hace falta escupirles en la cara, más que nada por un principio básico de convivencia y buena educación, una de las muchas cosas de las que Zapatero carece. Siempre se ha comportado como un niño maleducado que se niega a cumplir con sus obligaciones por una falta de responsabilidad o de madurez. Cuántas pataletas.

Nunca hemos hecho más el ridículo en los círculos internacionales como durante el mandato de este presidente que aún padecemos, alguien que ni siquiera sabía hablar inglés. Por lo menos podría haberlo aprendido como Aznar, al que nunca se le quitó un cierto acentillo algo vallecano, pero por lo menos lo intentaba.
Alfredo Rubalcaba es otro zorro cuco como los que hablaba antes. Dicen que es un lobo con piel de cordero. Me pone nerviosa ese meneíto circular que tiene cuando está hablando, que parece que esté bailando un hula hoop imaginario. De momento parece tener algo más de sesera que su antecesor, lo cual no es tampoco muy difícil, y habla bien.

Mariano Rajoy tiene mucha bondad y buenos deseos, muchas ganas de trabajar, pero le falta fuerza, carisma. Hay algo en su dicción que parece incorregible y que molesta. Hay algo también en su mandíbula inferior que se descuelga de forma alarmante y poco tranquilizadora. Es como si fuera a babear en cualquier momento. Pero espero que eso no influya en la intención de voto. Por lo menos sus trajes son impecables, y sus intenciones parece que también.

Aquí no somos como en Norteamérica, donde el juego sucio está a la orden del día. Aquí no se aprovecha un escándalo sexual, una infidelidad conyugal, una homosexualidad ni nada parecido para conseguir derrotar al oponente y hacerse con la victoria. Allí se gastan mucho dinero en campañas interminables que debería tener que haberlos aburrido hace ya mucho tiempo si fueran normales. Aquí tampoco se presentan como candidatos mujeres, personas de otras razas ni ancianos millonarios. Ni nuestros políticos montan orgías como Berlusconi, al menos que sepamos, ni se dedican a mirar con descaro a las azafatas de congresos cada vez que hay una reunión internacional como hace Sarkozy, que además siempre se está creciendo en las fotos gracias a los taburetes camuflados que le ponen. Porque no vamos a tener la exclusiva en cuanto a presidentes payasos se refiere.

Aquí somos más vulgares, hacemos siempre lo mismo. Hasta el día en que aparezca una Ángela Merkel, por ejemplo. Y entonces ahí va arder Troya.


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