viernes, 5 de agosto de 2011

El príncipe Guillermo


Al ver las imágenes del príncipe Guillermo de Inglaterra mientras se estaba casando, hace unos pocos meses, no pude evitar juzgarle con cierta dureza, al haberme formado una opinión de él durante estos años, supongo que equivocada, por la que me parecía un hombre vano y superficial, pagado de sí mismo debido a una fallida crianza sin madre, un elevado status y un indudable atractivo físico.

Pero he visto un reportaje en televisión sobre su persona y ahora tengo una visión distinta de él, pues no hay nada peor en esta vida que juzgar a los demás sin conocerlos, y mucho peor todavía creernos con derecho a juzgar a nadie.

Ciertamente son conmovedoras las imágenes de Guillermo siendo un bebé en brazos de su madre, cuando ésta le metió un dedo en la boca para calmar su llanto. Tiernas son siempre las de cualquier madre con sus hijos, y más tratándose de la princesa Diana, que fue una mujer que tenía una curiosa mezcla de enorme dulzura y gran determinación.

Cuando empezó a ir mal el matrimonio de sus padres, en una ocasión en que la princesa se había encerrado en un cuarto de baño para llorar, Guillermo le pasaba pañuelos por debajo de la puerta para que se limpiara las lágrimas, y en ellos le había escrito mensajes de consuelo en los que le decía que no soportaba verla así. El sufrimiento de los hijos por las diferencias de sus progenitores es un tema que siempre me ha causado mucho dolor, y es algo que yo he intentado evitar en mi propio caso en la medida que he podido.

La relación tan especial que tuvieron madre e hijo quedó plasmada para el recuerdo en el último verano que pasaron juntos. Rememoro unas fotos en una revista en las que ellos estaban en un yate tomando el sol y la princesa alzaba el brazo para darle la mano a su primogénito, que estaba en una cubierta superior.

Me parecieron desgarradoras las imágenes de Guillermo y su hermano Harry, acompañados por todos los hombres de su familia, caminando detrás del féretro de su madre por las calles de Londres. Ente las flores que cubrían el ataúd, un cartelito escrito por ellos donde se podía leer “mami”.

Pero si a Harry se le puede reprochar una cierta conducta desordenada, no impropia de la familia real inglesa, que nos tiene acostumbrados a cosas parecidas, en Guillermo se ha dado una serenidad y un sentido del deber encomiables. Acudió a todos los actos oficiales que su padre organizó para él nada más morir la princesa, en un deseo de tenerlo ocupado y que fuera aprendiendo lo más pronto posible las obligaciones que le aguardaban por su rango.

Además de su formación militar en todos los ejércitos y su paso por la universidad, donde conoció a la que ahora es su esposa, el príncipe sigue un estilo de vida muy parecido al que tuvo su madre, a la que no es raro que mencione en casi todos sus discursos, y a la que desea emular siempre que le sea posible. Obras de caridad, una fundación benéfica creada a medias con su hermano, viajes a los países más desfavorecidos, un concierto organizado en colaboración con Harry en honor a su madre con los músicos que a ella le gustaban para recaudar fondos…

Hubo en el reportaje unas imágenes de la princesa Diana en una de sus escapadas a África, donde se la ve cogiendo en sus brazos a un niño negrito enfermo de SIDA. Se decía que era una mujer valerosa, pues pocos se atreverían a arriesgar así su vida, y más en aquel entonces en que se temía un contagio seguro al haber menos información que ahora sobre esta terrible enfermedad. El rostro de ella lo dice todo, pura consternación. Es la impotencia, el no poder hacer nada más que dar consuelo a los enfermos. Contrastaba mucho la elegancia de sus trajes y el hecho de que se acercara y entrara en contacto con personas de origen tan humilde que seguramente podían ensuciarle la ropa. Parecía no importarle.

No sé si el príncipe Guillermo llegará a ponerse un protector en la cara y unos chalecos especiales para estar en una zona de minas anti persona, como hizo su madre, ni sé si cogerá en sus brazos a niños con enfermedades contagiosas, pero de momento ha dormido en la calle una noche para solidarizarse con los sin techo y ha convivido dos semanas con un equipo de rescate de montaña para saber lo que es eso.

Supongo que hacer las mismas cosas que hacía su madre le mantiene más cerca de ella, pues es frecuente que la gente se la esté recordando a cada paso, por la huella imborrable que dejó en todos. No hay más que ver el asiento que quedó vacío junto a la actual esposa de su padre, el príncipe Carlos, durante su boda, y cómo no hubo madrina porque nadie osó ocupar el puesto que sólo a ella le correspondía, en un día tan importante para su hijo, y en el que estuvo más presente que nunca. 

El príncipe ha elegido una esposa que poco o nada tiene que ver con la princesa Diana. Kate Middleton tiene un atractivo subyugador, una sonrisa y una forma de mirar muy seductoras, parece una mujer muy segura de sí misma, fuerte, muy cabal, y se ve que sabe disfrutar mucho de la vida, por lo que no es difícil imaginar que hará disfrutar también a quien esté a su lado.

Guillermo es ante todo un buen hijo, y seguramente un digno heredero al trono. Un hombre que puede ser muy feliz a pesar de las adversidades del pasado. Lo demás está aún por hacer.


No hay comentarios:

 
MusicaServicios LocalesContadorsAnuncios ClasificadosViajes