viernes, 19 de agosto de 2011

Kate Morton y El jardín olvidado


Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con la lectura de un autor contemporáneo como me ha pasado ahora. Siempre he encontrado en la literatura clásica una fuente inagotable de placer, pero en los escritores más actuales muy rara vez.

Kate Morton me ha sorprendido muy gratamente. No ha mucho que leía una breve reseña sobre su vida y su éxito literario, y me llamó la atención por las cosas que de ella se decían. No porque haya nada extraordinario en su biografía, sino porque una mujer tan joven y que tiene ya tanta repercusión social siempre da qué pensar.

En un principio suelo desconfiar de las ventas millonarias de libros. Si hay algo que aborrezco son los best sellers. Todo el mundo los compra sólo por el hecho de que están de moda, y si no lo haces tú también es que prácticamente eres de otro planeta. Alguna vez me he comprado o me han regalado alguno y, o lo he leído de muy mala gana por no dejarlo a medias, hastiada ante tanta vacuidad, o directamente lo he dejado en la página veintitantos. El tiempo es demasiado precioso como para perderlo en cosas que no son interesantes, habiendo otras que sí lo son. Y anda que son pequeños, menudos mamotretos, son como una penitencia más que otra cosa.

Kate Morton y El jardín olvidado es un soplo de aire fresco en el panorama de las letras que nos circunda. Al principio el libro se cuela de puntillas en nuestra vida, va poco a poco despertando nuestro interés y nuestra curiosidad, hasta que llega un momento que se apodera de nuestra mente, ensimismándonos en su lectura, abstrayéndonos regocijados en sus páginas, subyugándonos con su magia, esperando siempre un poco más.

La forma de escribir de esta autora tiene mucho de la técnica cinematográfica, pues la acción transcurre en el tiempo hacia adelante y hacia atrás una y otra vez y en tres épocas distintas (1ª década del s. XX, mediados de los 70 y en 2005). Los hechos van apareciendo claramente, entrelazados por un cúmulo de circunstancias accidentales que les dan sentido y conforman una historia larga, plena y rica en vivencias y matices.

Pensé, cuando comprobé el modo alternativo de contar las situaciones, no siguiendo una línea cronológica normal, que resultaría pesado y difícil para situarse en cada momento y lugar. Sólo he leído otro libro en el que se hiciera lo mismo, pero en ese llegó un punto en que fue tan reiterativo y caótico que terminé por dejar su lectura cuando faltaba muy poco para llegar al final. Y es que hay estructuras literarias que terminan por alterar los nervios y acabar con la paciencia del lector.

Con El jardín olvidado no sucede eso. Los personajes parece que se dan la mano de unas épocas a otras como si conectaran entre sí por la fuerza de un mismo propósito, que es desvelar el origen de una de las protagonistas. Salen a relucir de este modo pasiones, sucesos, pensamientos, zozobras, ilusiones y toda una gama de emociones distintas con las que no es difícil sentirse identificada.

Kate Morton describe con un lenguaje muy rico y muy cercano todo lo que pasa por la cabeza de los seres que pululan por sus historias. Su elaborada sencillez llega al corazón. Ella es capaz de describir tanto la belleza de la vida en una mansión señorial en medio del campo, haciéndonos sentir felices a nosotros también, como de introducirnos en el ambiente suburbial del Londres de principios del s. XX, con escenas llenas de dramatismo, a veces dulces, y siempre muy tristes, construídas con un realismo acongojador.

Parece como si pudiéramos ver a través de los ojos de los protagonistas, meternos en su piel, leer sus pensamientos, utilizando una técnica también muy propia del cine que se basa en establecer una corriente de comunicación entre el mundo interior y lo que nos rodea, describiendo los objetos, paisajes o a otras personas como si fueran captadas por una cámara, desde diversos ángulos, con varias perspectivas. Es imposible no estar metido en el centro de todas las acciones.

Leyendo la biografía de Kate Morton es fácil adivinar el por qué: ella está licenciada en arte dramático, además de en literatura inglesa. Nadie mejor que ella sabe cómo situar una escena desde el punto de vista de la interpretación. De hecho de El jardín olvidado es bastante probable que terminen haciendo una película o una serie, quedaría muy bien.

Estoy leyendo ahora un libro que escribió anteriormente, La casa de Riverton, y no me está gustando demasiado. Es más convencional, carece de fuerza, de garra. Parece que no estuviera escrito por la misma persona, si no fuera por algunas palabras y frases que coinciden en uno y otro libro, pequeñas muletillas que todos los que escribimos solemos tener. Es increíble cómo ha evolucionado esta mujer en tan poco tiempo. La maestría de El jardín olvidado nos hace presuponer que se trata de una autora mucho más avezada. Es como si durante ese tránsito hubiera logrado dejar el lugar de una simple narradora, observadora imparcial de las acciones, para trascenderse a sí misma e introducirnos en su mundo, mostrándonos lo que ve como si estuviéramos realmente dentro de ella.

Así es la historia de ese jardín olvidado, pequeño paraíso al borde del mar, lugar recóndito e ignoto para la mayoría, cercano y cotidiano sólo para unos pocos, descanso para el espíritu desasosegado, escenario de juegos e ilusiones infantiles, abracadabrante laberinto vegetal lleno de misterios donde se halla la clave de toda la trama argumental.

Kate Morton está a punto de publicar un tercer libro. Estoy ansiosa por saber cómo será.


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