Las vistas de la gente haciendo aspavientos en el mar tras el hundimiento se rodaron en un gran tanque lleno de agua con mucha luz en el estudio. Luego, al tratar las imágenes, se les puso un tono azulado y mortecino para simular la noche. Los extras estaban en realidad medio agachados, pues sólo había un metro de profundidad.
El vaho que se desprende de las bocas de los que están flotando se simuló por ordenador, pues no se podía enfriar el ambiente tanto porque sino el agua estaría medio congelada.
En las escenas de los botes salvavidas destaca la figura de Margareth Brown, que tiene otros muchos momentos en la película. Allí se forjó su leyenda, cuando la llamaron “la insumergible Molly Brown” por el liderazgo que tomó en esas circunstancias. Aunque en el film aparece siendo groseramente amonestada por uno de los tripulantes de la embarcación que ella ocupaba, que la obligó a callar. Con ella iban el marinero que iba al timón cuando el Titanic colisionó con el iceberg y el vigía que lo avistó, ya demasiado tarde.
La fama que la acompañó sirvió a Molly para promover, en su carrera como abogada de derechos humanos, su lucha por los derechos de los trabajadores, de las mujeres y de la educación de los niños.
Molly Brown encargó unas medallas, que aún se conservan, para la tripulación del Carpathia en agradecimiento por haberlos rescatado, hecho y fecha que hizo grabar en la parte de atrás a modo de recordatorio.
Hay otros personajes reales que también tienen su lugar en la película. El congresista estadounidense y uno de los pasajeros más ricos y ancianos del barco, Isidor Strauss, se hundió junto a su esposa cuando ésta, que ya había sido puesta a salvo en uno de los botes, regresó al barco porque dijo no querer seguir viviendo sin su esposo. El matrimonio le pidió a un miembro de la tripulación que les atase los pies con una manta porque querían morir juntos.
Benjamin Guggenheim es el aristócrata que aguarda a los pies de la escalera, con su smokin puesto y acompañado de uno de sus asistentes, a que llegue el agua. “Ya que voy a morir, quiero hacerlo como un caballero”, dijo. El verdadero Guggenheim tenía sólo 47 años y viajaba con su amante y un grupo de sirvientes.
La familia del Primer Oficial Murdoch demandó a la productora porque en la película su personaje se suicida, y por otras actuaciones que tuvo, según se muestran en el film, que fueron muy controvertidas. En la realidad no existen datos suficientes como para confirmarlo. La productora tuvo que indemnizar a los familiares de Murdoch.
Los cadáveres que aparecen flotando al final son extras a los que se les ha puesto cera en la cara y el pelo para asemejar congelación. Al público le impresionó especialmente la madre con el bebé muerto pegado a ella. Era en realidad un muñeco que llevaba atado con una cuerda, y cuando no rodaba iba así a todas partes.
Un año antes de comenzar el rodaje James Cameron ya sabía cómo quería las escenas en las que se parte el barco.
Las del salón restaurante se rodaron sobre un fondo verde y se añadió una recreación por ordenador, usando una maqueta, para no tener que construir más decorados. El efecto es fantástico.
Este fondo verde se utiliza siempre que se van a añadir imágenes virtuales. Así se hizo también en las escenas finales del hundimiento, cuando los protagonistas descienden hacia las aguas turbulentas que se los están tragando. Ellos están sujetos a la barandilla de popa y unos ventiladores crean el efecto del viento en el descenso, pero lo que luego aparece frente a ellos es el hundimiento de un trozo del barco en un depósito lleno de agua, que se rodó aparte.
El regreso del alma de Rose, la protagonista, al morir, atravesando los pasillos sumergidos y en ruinas, cómo se van transformando en lo que era el barco mientras estuvo activo, es una maravilla. La escena final de ese encuentro con Jack, el beso bajo la preciosa cúpula de cristal que había sobre la escalera, supone la realización de un anhelo, el de los protagonistas y el del público, del reencuentro de la pareja en una vida después de la muerte, en el mismo escenario donde se conocieron y tuvo lugar su historia de amor.
Hubo dos supervivientes que hicieron esparcir sus cenizas años después sobre el lugar donde se había hundido el Titanic. Puede que sus vidas quedaran ya unidas para siempre a aquel lugar en el que pasaron rozando a la muerte.
Y para la posteridad nos queda la frase que Rose anciana pronuncia en un cierto momento: “El corazón de una mujer es un profundo océano de secretos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario