Son muchos los factores a tener en cuenta cuando se construye un rascacielos, con unas técnicas que han ido evolucionado a paso de gigante a lo largo de las últimas décadas. Ya desde la inauguración del edificio Flatiron en Nueva York a comienzos del siglo pasado, una de las primeras construcciones de este tipo que se levantaban, el progreso de esta clase de edificaciones no ha hecho más que ir en aumento.
El Flatiron tiene una curiosa forma de cuña que produce un efecto de cañón en el viento que sopla en una de sus calles laterales. Tiene una estructura de acero (no se podría haber hecho tan alto si no fuera así), tan fina que pudo ser revestida de un recubrimiento de mampostería que imitaba una fachada de piedra, al uso clásico de la época. El diseño no tenía precedentes y fue auténticamente revolucionario.
Los rascacielos de cristal vinieron mucho después. Cubrir un edificio con cristal tiene la ventaja de que aporta máxima iluminación en el interior, pero también acumula el calor del sol. Hubo que inventar un sistema de refrigeración, el actual aire acondicionado, que hacía pasar la masa de aire caliente por un depósito de agua fría, con lo que se conseguía a la vez enfriar y secar el aire.
Para la construcción del Burj Dubai, donde las temperaturas son tan altas, hubo además que recubrir los cristales con una capa de plata para refractar la luz.
Uno de los principales obstáculos que hubo que salvar cuando se empezaron a edificar a grandes alturas era cómo conseguir elevar los materiales. La revolución vino cuando se crearon las "grúas canguro", llamadas así porque parece que van saltando a medida que van haciéndose los pisos, se estiran sobre sí mismas mientras permanecen en el interior del rascacielos, con un radio de acción absoluto. El único inconveniente es que expulsa mucho aceite y hay que estar limpiándola con mucha frecuencia.
El viento es otro de los problemas que hay que afrontar cuando se va a construir un rascacielos. La Torre Sears de Chicago es un buen ejemplo de ello, pues es una ciudad con vientos muy fuertes. Su estructura está compuesta por nueve tubos que rodean el edificio formando un exoesqueleto flexible que permite resistir el aire soplando a gran velocidad sin que apenas se note en el interior. Un mirador acristalado, construido en el piso 103, es una de las mayores atracciones turísticas que tiene la ciudad porque desde allí se puede apreciar el suave balanceo del rascacielos los días en que el viento es especialmente intenso.
El Burj Dubai tuvo que tener en cuenta al viento también cuando fue diseñado. Posee una fachada irregular y no plana para "despistar" al aire huracanado y así evitar que se formen pequeños tornados.
Y cómo no los terremotos, otra de las amenazas que deben tener en cuenta los arquitectos de rascacielos. El Taipei 101 posee una tecnología puntera en este sentido, al estar sustentado sobre unas columnas rígidas alrededor de las cuales se ha creado una estructura elástica que se mueve en dirección contraria a la que las ondas sísmicas marquen en cada momento, permitiendo una gran estabilidad. De hecho durante su construcción hubo un terremoto y tan sólo se cayeron algunas grúas.
En Burj Dubai no se pudieron conformar sólo con esta técnica antisísmica tan avanzada, porque allí hay mucha agua en el subsuelo lo que hace muy difícil cimentar. Se utiliza una sustancia, el polimero, que es algo más densa que el agua pero no tan espesa como el cemento, que desplaza los depósitos acuíferos haciendo que se hundan aún más en el terreno. Además al no ser demasiado fluida ni demasiado espesa se puede lanzar por las tuberías hasta las zonas más altas del edificio sin que se apelmace ni resulte inconsistente.
Los ascensores han mejorado también notablemente sus sistemas de seguridad anticaída y su velocidad de desplazamiento, siendo capaces de transportar a muchas personas una gran cantidad de pisos en unos pocos segundos, o de pararse en unos pocos metros si se produce algún problema.
Y por último los incendios. Burj Dubai, probablemente el rascacielos más alto que existe actualmente en el mundo, se construyó con unas habitaciones aisladas del exterior, una cada 30 pisos, a prueba de fuego, detonaciones y humo, y con un sistema de ventilación independiente del resto del edificio que dura dos horas. Hay además una red de ventiladores que saca el humo de las vías de evacuación. Se pretende conseguir así que no haga falta salir del edificio en caso de que se declare un fuego, pues el mayor número de víctimas se producen precisamente en las salidas de emergencia.
En lo que no parece haber muchos avances es en la seguridad de los rascacielos en el caso de que choquen aviones contra ellos, posibilidad que se puede dar perfectamente de forma accidental y no necesariamente por un ataque terrorista. Pero por el momento se están construyendo edificios que parecen resistentes a casi todo, diría yo inexpugnables, como los castillos medievales. Quién sabe lo que se ideará en el futuro.
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